Continuamos rogando “y líbranos del plástico” y están por cumplirse 30 años de una icónica tapa de la revista TIME, en su edición de enero de 1989, en la que se destacó al planeta como Personaje del Año. La Tierra en peligro, fue el título que sostenía la contundente imagen de un globo terráqueo “empaquetado” en plástico por el emergente artista Christo Javacheff (1935, Bulgaria), relacionado al Land Art. Hasta entonces, Christo era conocido como el artista “envolvedor” porque cubría con telas objetos urbanos, rurales o naturales, y completaba la obra atándola con cordeles que se trenzaban y anudaban convirtiendo la pieza en algo inviolable.
Al llegar 1989 ya había envuelto playas en Australia, una escultura en la plaza del duomo de Milán y once islas en Biscayne Bay, Miami, Florida; de modo que era todo un mensajero conceptual experto en llamar la atención sobre algo. Lo que debimos imaginar es que aquella profética maqueta del globo terráqueo empaquetado en tela de polipropileno y cordeles asfixiantes sería aquello en lo que nos convertiríamos al correr de tres décadas.
Los problemas ambientales dejaron de ser vistos como locales y fueron puestos en perspectiva y escala global. Entre los desencadenantes de esta toma de conciencia que alcanzara a autodefinirse como Cambio Climático, se destaca vivamente la proliferación desenfrenada del plástico: un material desechable, indestructible, permanente, omnipresente en nuestra vida diaria y en toda la superficie del planeta (incluídos los océanos, tristemente), como desperdicio errante en perjuicio de todo lo vivo.
2018 ha sido señalado por la Asamblea de la ONU para el Medio Ambiente el año para que los gobiernos mundiales redoblen sus esfuerzos en combatir la acumulación de la basura marina. A causa de que no es posible administrar lo que no ha sido medido, debemos observar algunas cifras que describen en hechos este torrente de contaminación:
- Desde su creación en los años 50 se han producido 9.100 millones de toneladas de plástico. La cantidad de plástico producida en un año equivale al peso total de la humanidad.
- Prácticamente, cada pieza de plástico que ha sido fabricada desde entonces todavía existe en alguna forma, con la excepción de la pequeña cantidad que ha sido incinerada.
- El 91% de los desechos de plástico no se recicla. Y dado que la mayoría de los plásticos no se biodegradan en ningún modo significativo, todo ese desperdicio de plástico podría existir durante cientos o incluso miles de años.
- Cada minuto se distribuyen casi 2 millones de bolsas de plástico de un solo uso en todo el mundo.
- Cada minuto se compra en todo el mundo 1 millón de botellas de plástico. Menos de la mitad de esas botellas son recicladas.
- Cada año 8 millones de toneladas métricas de plástico terminan en los océanos de todo el mundo.
- Hay más microplásticos en el océano que estrellas en la Vía Láctea.
Y líbranos del plástico, amén. La contaminación de plásticos ha capturado la atención mundial y cada semana es noticia en los periódicos más influyentes. En las redes sociales es cada vez más frecuente la difusión de fotografías de animales, plantas y lugares naturales asfixiados en esta polución. Planeta azul II, una nueva serie de Sir David Attenborough, registra las bolsas y botellas de plástico que obstruyen y confunden a peces, tortugas y otras criaturas marinas, pérdidas por las cuales deberemos responder algún día, y en el mejor de los casos hará que los gobiernos establezcan regulaciones más estrictas.
Los ancianos sabios de nuestro tiempo, encarnados en las figuras de Jane Goodall –primatóloga, etóloga, antropóloga, y mensajera de la paz de la ONU-, Sir David Attenborough –naturalista presentador de documentales de la BBC- y Fritjof Capra –físico, ecósofo, divulgador del pesamiento global y la ecología profunda- son los voceros de la conexión inexorable que nuestra existencia sostiene con el reino de la naturaleza, y son los que exponen con mayor claridad la interconexión entre diferentes aspectos que permiten hacer comprensible un proceso.
Si mapeáramos la red de relaciones que se han establecido para llegar a este caos de desechos plásticos fuera de control, seguramente hallaríamos componentes de pobreza, codicia, consumismo, negligencia, superpoblación, ignorancia. Pero antes de que los organismos pertinentes se encarguen de frenar esta situación, cada pequeña acción individual será capaz de hacer una diferencia en este punto crucial.
Y líbranos del plástico. La palabra esperanza está en boca de los sabios, que afirman que todavía estamos a tiempo de detener el daño infligido. Es posible detenerlo a partir de la próxima decisión a conciencia, y no dejar la solución librada a una mera plegaria. Silvia Bonetti