Actúan: Facundo Avila, Denise Depauli, Lucas Dominguez, Marcelo Duran, Emiliano Fegger, Julieta Gelmini, Clara Bérgamo, Sofía Kin, Melisa Lipicar, Federico Maciel, Leandro Martínez, Sofia Milagros Chamorro, Camila Nardone, Pachi Pancani, Lorena Paola, Noli Rodríguez, Laura Santos, Daiana Vera – Vestuario: Alfredo Miranda – Escenografía: Fabián Mancina – Coreografía: Rodrigo Villani – Puesta en escena: Verónica Navalles – Libro: Hernán Bonsergent – Dirección: Hernán Bonsergent, Ariel Ciocco
Cuatro señoritas se ganan la vida en un circo cabaret de la gran manzana. Una de ellas recibe información acerca del pasado de su madre y de su progenitor, quien aparentemente vive en Buenos Aires. Decide ir en busca de ese hombre. Sus amigas no dudan en armar las maletas, embarcarse junto a ella y acompañarla sin saber qué podrían encontrar al llegar a destino.
Hay un elenco que actúa, baila y canta, se beneficia con la generosidad del guión y les da lugar para lucimientos personales en todos y cada uno de los personajes. Unos, en roles principales de la historia, y otros que cumplen holgadamente la función de brindar condimentos importantes con sus vivencias. Entre los protagónicos, Lorena Paola se adueña del escenario, y su experiencia permite sin mezquindad el lucimiento de sus compañeras. Aporta humor y un desenvolvimiento escénico notable. También impacta Julieta Gelmini, con su voz y sus permanentes desafíos a los que el personaje la expone, atravesando estados de ánimos diversos.
Entre los hombres, el talentoso Marcelo Durán, a modo de maestro de ceremonia, juega como un titiritero manejando los hilos, hasta el inevitable momento de echar luz sobre la verdad. En excelente caracterización, Emiliano Fegger convence actoralmente y sorprende con su voz en las sentidas canciones. En tanto, el toque de humor lo trae con creces Leandro Martinez. Sin embargo, la revelación es Lucas Domínguez, que sorprende vocalmente y con mucho carisma, en un personaje entre inocente y pícaro que enamora a la protagonista logrando momentos reveladores.
La puesta en escena de Verónica Navalles presenta un interesante juego del espacio para lucimiento de las situaciones centrales y de todo lo que sucede en un segundo plano. En estas ocasiones cada uno de los personajes vive su propia historia y participa desde ese lugar con el eje de la cuestión planeada. Los cuadros musicales a cargo de Rodrigo Villani presentan logradas y vistosas coreografías que ajustan con movimientos precisos en cada uno de los ritmos y melodías. Caprichosamente rompen la estética tradicional en líneas, alturas y cuerpos, que parecieran seguir una selección según el physique du rôle de la época. El trabajo de Navalles y Villani, plasma una combinación ideal para este género teatral.
El libro y dirección de Hernán Bonsergent y Ariel Ciocco tienen todos los aditivos necesarios para esta apuesta. Aunque el timing se altera por momentos en la primera parte, se resuelve rápidamente ya que todo se conjuga para que así ocurra. La escenografía es austera, con estructuras móviles y un fondo que recrean los distintos ámbitos. La iluminación, de excelente diseño, define climas ideales para dejar fluir sensaciones. En el vestuario, Alfredo Miranda se destaca con una selección apropiada para todo el elenco principal y ensamble, y es muy apropiada la decisión de las pelucas de Fabián Sigona.
En Chicas de New York todo aporta a un revival de emociones, en una puesta artística que ostenta un sello propio, en manos de un equipo de profesionales que no ha dejado detalle librado al azar, ocupando así un lugar destacado en los musicales de Buenos Aires. Sergio Boaglio
Viernes, sábados y domingos a las 20.30
Teatro Ludé
Montevideo 842 – Cap.
(011) 4811-6086
Comentarios