REDENCIÓN, la religión en el cuerpo

Cruda mirada sobre la iglesia evangélica

RedenciónActúan: Diego Armel, Carla Di Amore, Emmanuel Maximiliano, Agustina Rivarola, Nicole Trasandes, Pablo Ventre, Kevin Vainer – Autor: Máximo Duem – Dirección: Leonardo Gavriloff

Hace unas tres décadas,  Jimmy Swaggart y su ministerio evangelístico quedaban expuestos a la vergüenza pública por las infidelidades del célebre predicador televisivo. Años más tarde, Phil Collins y Genesis parodiaban a los evangelistas mediáticos en el punzante Jesus He Knows Me. ¿Cuál es la mirada que “el mundo” —los no creyentes— tiene respecto de la religión en general, y en especial de “los evangelistas”? Redención pone de plano este interrogante, y algunos otros. ¿Puede un ciego sacar a otro del pozo? ¿Cuál es el límite entre el deseo de seguir los preceptos de una religión y las inclinaciones de la propia naturaleza? ¿El pecado trae consecuencias? ¿Cuán genuinas y duraderas son las tan mentadas conversiones?

Al margen de la sociedad, al margen de la fe, al margen de todo lo que se espera de una congregación, los personajes sacan a relucir hasta el último gramo de su humanidad y las miserias que tratan de tapar como quien quiere tapar el sol con un solo dedo. Los personajes recurren a los clichés del mundillo evangélico y las formas externas de una religiosidad superficial que alternan con procacidades varias que emanan de sus verdaderos yo. El pastor Enrique (Diego Armel) convence desde el púlpito; su prédica posee toda la energía y el apasionamiento de quien, Biblia en mano, se ve en la misión de guiar ovejas descarriadas. A punto tal que Yamil (Emmanuel Maximiliano), sigue sus pasos en el pastorado e intenta transformar a Alex (Kevin Vainer). Los personajes femeninos encarnan todo lo que no son: ni ayudas idóneas, ni mujeres virtuosas. La inquietante presencia de Estefanía (Nicole Trasandes) acecha cual fantasma para que el público no pierda de vista de dónde han caído los personajes, sobre todo Yamil. 

Al tiempo que en el escenario transcurre cada escena, fuera del escenario se desarrollan otros dramas subsidiarios al drama principal. Una mirada atenta permite predecir cómo se irán dirimiendo los conflictos. Drogas, homosexualidad, relaciones prematrimoniales, orgullo, chismes e hipocresía legalista pintan de cuerpo entero una iglesia que los no evangélicos ven como un mero circo de vanidades en vez de ser un hospital para pecadores.

Semejante fachada contrasta con dolorosa crudeza con la música que suena en los momentos clave de la obra, precisamente marcada por Leonardo Gavriloff. Poema de salvación, del músico cristiano argentino Pablo Olivares —otrora integrante de un grupo de heavy metal hasta su conversión— es el contrapeso de la realidad de una iglesia que está a años luz de vivir lo que proclama la letra y de estar, como dice la Biblia, ataviada como una novia. El cuerpo de Cristo se desintegra en cuerpos individuales que sufren no solo las consecuencias del pecado, sino la tragedia de una carnalidad a la cual ellos no pueden, o no quieren, renunciar.

Suenan también algunos acordes de Cuán grande es él (el himno más cantado por el pueblo evangélico además de Sublime gracia), y Nuestro Dios, del grupo mexicano En Espíritu y en Verdad. Todo un trágico telón de fondo en clave de música para una trama creada por Máximo Duem que con atroz ironía pone al descubierto todo aquello de lo que no se habla o que se oculta en las congregaciones y que, tarde o temprano, estalla dando un olor para nada fragante. Viviana Aubele

Domingos a las 20
Redención

Bar de fondo cultural

Julián Álvarez 1200 – Cap.
(011) 3031-2382
Tickets por Alternativa
Del autor Máximo Duem
Del director Leonardo Gavriloff

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