En El progreso del peregrino (1678) de John Bunyan, el protagonista, Christian, es un hombre común, un “everyman”, que viaja desde su ciudad natal, la “Ciudad de la Destrucción” hacia la “Ciudad Celestial”. Lleva una pesada carga de la que espera deshacerse; en el trayecto se topa con vicisitudes varias y conoce distintos personajes que lo animan o que pueden hacerlo desistir de su cometido. El progreso del peregrino, considerada la primera novela en lengua inglesa, es la historia de una conversión, una alegoría de la búsqueda de redención y, en última instancia, de sentido o propósito. Días atrás, en Puerto Rico, Ramón Luis Ayala Rodríguez dio su último concierto en su San Juan natal, después de una trayectoria artística que abarcó alrededor de tres décadas. Daddy Yankee, como se lo conoce en el mundo artístico, eligió aquel lugar que lo vio nacer en 1977 para anunciar a su público que su vida daría un giro de ciento ochenta grados. Aunque ya había dado señales en marzo de 2022 de que se acercaba el momento de despedirse del reggaetón y los recitales; antes de eso daría una última gira y lanzaría un último álbum, Legendaddy, que vio la luz un año después del anuncio.
Guste o no a muchos, Daddy Yankee es considerado pionero de un género que es un favorito entre los jóvenes del Caribe y más allá, pero que también ha sido vilipendiado por su contenido controversial. Gasolina, su sencillo de 2004, alcanzó los primeros puestos en las listas de música como Billboard o Hot Latin Songs. Esta canción hizo que Europa conociera el género, fue el primer tema urbano nominado a los Premios Grammy y, por si fuera poco, en 2021 la revista Rolling Stone la hizo figurar en el puesto 50 entre las 500 mejores canciones de todos los tiempos. La popularidad de Daddy Yankee a partir de entonces fue imparable. Ya en los años 2000, Despacito (con Luis Fonsi) alcanzó tanta popularidad que fue, desde Macarena de Los del Río (1996), el primer tema en idioma español que se posicionó en el primer lugar del Billboard Hot 100.
Sin embargo, en su último concierto, Raymond Ayala, como se refirió a sí mismo en su alocución, dio testimonio de un drástico cambio. Y quizás, ese giro en la vida del artista esté vinculado a un tema grabado cuatro años atrás por Redimi2, conocido rapero cristiano oriundo de la República Dominicana, junto con su colega y compañero de ruta en la fe, el cubano Almighty. En el tema Filipenses 1:6, los dos artistas realizan una oración, pidiendo por la vida de otros músicos como por ejemplo Wisin y Yandel, Don Omar y Daddy Yankee, entre tantos otros.
La fama y riqueza cosechadas durante décadas no lograron darle el sentido que Ayala quería para su vida. La oración hecha por Redimi2 y Almighty parece haber tenido respuesta, ya que Ayala anunció, a sus 46 años, su conversión al cristianismo y su retiro de la industria musical para dedicarse a la predicación y difusión del Evangelio. Citando palabras de Jesús (“¿De qué le sirve al hombre ganar al mundo entero si pierde su alma?”), Ayala comunicó a su audiencia “el final de un capítulo y el comienzo de uno completamente nuevo” que espera llene el vacío que lo acompañó durante su vida, y que “Cristo vive en mí y que (yo) viviré para Él”. Este llamado quizás recuerde a otro caribeño, Juan Luis Guerra, en los años noventa, aunque el dominicano sigue vinculado a la música, medio que ha utilizado para compartir su fe.
Daddy Yankee, el “rey del reggaetón” manifestó su deseo de utilizar las herramientas a su alcance (la música, sus redes sociales, etcétera) “al servicio del Reino”. Se acaba la “gasolina”, como refiere el periódico español La Vanguardia, un hecho que entristecerá a sus fans y, muy probablemente, suscite una mueca de satisfacción entre los críticos del reggaetón. Pero, de todos modos, a partir de ahora Ayala deberá transitar un derrotero similar al de Christian, el personaje de la novela de Bunyan, como cualquier hijo de vecino, como todo everyman que camina en el valle de sombra de muerte al que aludía el rey David. Viviana Aubele
Comentarios