Ricardo Montaner acaba de lanzar su álbum Fe. El cantante nacido hace 63 años en Valentín Alsina, provincia de Buenos Aires, y que transcurrió gran parte de su vida en Venezuela, es la cabeza de una familia de músicos: Mau, Ricky y Evaluna. Montaner tiene otros dos hijos de un matrimonio anterior, Héctor y Alejandro, que también se han dedicado a la música. En este último trabajo lo acompañan los tres hijos de su segundo matrimonio, su yerno Camilo Echeverry y -como invitado especial- el dominicano Juan Luis Guerra.
Montaner ha sido muy exitoso en su rubro. Es, indiscutiblemente, una de las figuras de la música latina más famosas a nivel internacional. Su inconfundible voz ha tenido la fortuna de mantenerse prácticamente inalterada pese a las varias décadas desde Tan enamorados y Déjame llorar, que lo consagraron como artista de la canción romántica.
Sobre su último trabajo, Montaner comenta que “le debía a Dios un disco así y yo necesitaba hacerlo. Sentí que era el momento, porque todos necesitamos un alivio en estos tiempos tan difíciles que estamos viviendo, en especial los que no se han acercado al Padre, o los que creían pero se alejaron por alguna circunstancia de la vida”. Desde hace más de una década se sabe de la vinculación de Montaner con el cristianismo evangélico a partir de una experiencia vivida por el cantante al visitar un hospital de niños en el Uruguay. Curiosamente, en su página web no puede leerse nada que aluda a un paso de fe tan trascendental en la vida de una persona.
Fiel a su estilo romántico, Montaner hace un intento de destilar en sus letras algo parecido a lo que sería el testimonio de un convertido al cristianismo; aunque se queda en el intento. La primera canción del álbum, Aleluya, presenta elementos tomados del gospel; hay algo de reggaetón en Amén, tema que se dio a conocer como single en diciembre del año pasado con los Montaner en plenario.
A continuación, Montaner canta con Juan Luis Guerra al amor conyugal entre hombre y mujer en Dios así lo quiso. Estrellas en el suelo habla de los desencuentros en su búsqueda personal. Canto es más un panegírico a lo creado que al Creador. Canción de cuna es justamente eso. En Interludio sale en primer plano la voz de Evaluna Montaner, que no llega a convencer, pese a que tiene el potencial para una interesante carrera como solista.
Hasta aquí, los primeros ocho temas del álbum, que huelen más a tierra que a cielo. Qué pequeño soy remite débilmente a la majestuosidad del Salmo 8, donde el salmista compara la insignificancia del hombre con la grandeza divina. En El mismo, es la primera vez en todo el álbum en que la letra menciona algo sobre la muerte y resurrección de Cristo, aunque sin mencionarlo por su nombre. Dicho sea de paso, el nombre de Cristo no aparece en ninguno de los temas, pese a que el cantante suele manifestar en público su fe cristiana. Cierra el álbum Alabanza, cuya letra es una reiteración de la misma línea.
Montaner no es teólogo, por supuesto, ni se pretende que lo sea. No es un Martín Lutero, que compuso himnos de alto vuelo, entre estos Castillo fuerte es nuestro Dios, cantado por generaciones enteras de cristianos; pero tampoco lo era David, el salmista. Así y todo, sus salmos —muchos llevados a música— son profundos en varios sentidos, desde lo teológico, como sus salmos mesiánicos, o desde la relación que él tenía con su Dios y que reflejaba en los salmos penitenciales o en los salmos donde clamaba por ayuda divina.
El álbum de Montaner gusta musicalmente. No desentona respecto de la producción previa del cantante, su voz es pareja y sin giros inesperados; las melodías, agradables. Tal como sucede en el plano de la canción romántica, los temas de Fe buscan apelar esencialmente a las emociones, como muchos cantantes evangélicos de la línea de Jesús Adrián Romero, Christine D’Clario o Marcos Witt. Sin embargo, el contenido profundo, más allá de las emociones y de la calidad musical, está ausente.
Si quien se apresta a escuchar el disco espera algo así como un testimonio de fe, o algo de doctrina cristiana como se esperaría de cualquier himno o cántico religioso, no los va a hallar. Lo que este álbum trasluce es el sabor a poco, la tibieza e insipidez de una floja convicción, que ningún honor le hacen a Fe, término que evoca otras imágenes más comprometidas. Quizás si el título fuese otro, habría más coherencia entre este y el contenido. Viviana Aubele
Escuchar Fe
Sitio Web Ricardo Montaner
Instagram Ricardo Montaner
Comentarios