MISCHA MAISKY Y SOLISTAS DE TEL AVIV, virtuosismo y precisión

Magnífico concierto dirigido por Barak Tal para el ciclo de Nuova Harmonia

Suele hablarse de «virtuosismo» en el mundo de la música académica. Sin embargo, esta palabra tiene diferentes interpretaciones posibles, y por lo general se la utiliza con un sentido equivocado. Porque ingenuamente el público, puesto ante esa palabra, tiende a pensar en un instrumentista capaz de tocar pasajes intrincados, repletos de notas, con mucha velocidad. Y es verdad que para tocar pasajes rápidos y complejos se requiere un dominio técnico del instrumento que se trate. Pero los límites del virtuosismo no comienzan ni terminan en esta variable. Un músico virtuoso tiene que ser capaz de extraer de su instrumento un sinnúmero de matices, aun en la melodía aparentemente más sencilla, y emocionar a quien lo escucha con su sonido. Medir las condiciones de un músico a partir de la cantidad de notas por minuto que sea capaz de tocar, es tener un magro concepto de lo musical. Lección de virtuosismo fue la que brindó el violoncellista letón Mischa Maisky en su presentación para el ciclo de Nuova Harmonia en el Teatro Colón, acompañado por los Solistas de Tel Aviv, bajo la dirección de su fundador Barak Tal.

MISCHA MAISKY - Concierto en Do mayor de Haydn (final) - www.martinwullich.com
MISCHA MAISKY - Kol Nidrei - Teatro Colu00f3n - www.martinwullich.com

El programa, muy bien balanceado y doblemente atractivo -por el solista y por las obras anunciadas- comenzó con una tibia versión de la Sinfonía Nº 41 Júpiter de Wolfgang Amadeus Mozart, que a pesar de ser la más romántica de las que compuso fue abordada desde la moderación de una perspectiva marcadamente clásica. Sin duda esto respondió a una elección estética de Barak Tal, quien durante la totalidad del concierto se mostró preciso y en pleno dominio de su tarea. Sin embargo, cuando al inicio de la segunda parte sonó la Sinfonía Nº 1 de Sergei Prokofiev, cuyo primer movimiento justifica su denominación de Sinfonía Clásica, no pudimos evitar imaginar a Mozart, reclamándole al director que no hubiese puesto en su obra los vivos colores que vistieron la sinfonía del ruso.

La participación de Mischa Maisky comenzó, en el primer tramo, con el Nocturno para cello y orquesta de Tchaikovsky, enlazado sin solución de continuidad, como si fuesen una sola obra, con el bellísimo Kol Nidrei de Max Bruch. Expresivo y perfectamente afinado en todo momento, el diálogo entre el cello y el violín concertino, en el Nocturno, hubiese valido de por sí la noche. Pero todavía habría mucho más. En la segunda parte, después de la celebrada sinfonía de Prokofiev, el violonchelista se lució en el exigente Concierto Nº 1 de Joseph Haydn, demostrando que, sin dejar por ello de lado la sutileza, también es virtuoso a la hora de tener que poner en práctica la técnica que lleva a la velocidad. Vestido con una vistosa bata azul eléctrico, incluso desde su propia actitud corporal, Maisky reveló su condición de músico absolutamente compenetrado con la obra que interpreta. El público le reconoció su entrega con una notable ovación, más que merecida.

Generoso, tanto él como los Solistas de Tel Aviv y su director Barak Tal, en los bises sonaron primero dos números de las Variaciones sobre un tema rococó y el Andante cantabile del Cuarteto Nº 1 de Tchaikovsky, y luego el Adagio molto del Concierto para violín en Do de Haydn. Germán A. Serain

Fue el 17 de septiembre de 2016
Teatro Colón
Libertad 621 – Cap.
nuova-harmonia

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