Quienes gustan del fútbol se habrán deleitado con grandes glorias del balón. Durante décadas, decenas de cracks llenaron páginas de publicaciones deportivas, aparecieron en las portadas de las revistas especializadas, fueron entrevistados, y sus goles o atajadas monumentales fueron gritados por unos y lamentados por otros. Y a muchos de esos cracks, que son seres humanos como nosotros, les nacieron hijas e hijos, y de estos últimos hubo quienes intentaron seguir las pisadas de sus famosos padres. Claro, la prensa impiadosa les proyectó la sombra de sus talentosos progenitores, y como reza el refrán, “las segundas partes nunca fueron buenas”. O, si no “nunca”, “a veces”.
La música no parece ser la excepción. Johann Sebastian Bach tuvo varios hijos de sus dos matrimonios, y varios de ellos siguieron sus pasos, como por ejemplo Carl Philipp Emanuel y Johann Christian. Alessandro Scarlatti tuvo diez hijos, de los cuales tres fueron músicos; el más célebre, Doménico. Siegfried Wagner, hijo de Richard y nieto de Franz Liszt, compuso óperas y fue el director artístico del Festival de Bayreuth hasta su muerte. Johann Strauss I trató de impedir que su homónimo hijo, Johann Strauss II, siguiera la carrera musical; afortunadamente no lo logró. Y como frutilla del postre, tenemos a los Mozart.
Wolfgang Amadeus, hijo de Leopold Mozart, tuvo seis hijos, de los cuales sobrevivieron solo dos. Lamentablemente, Franz Xaver Wolfgang Mozart, el menor, no llegó a conocer a su padre: nació unos meses después de la muerte de aquél. Y enfatizamos el “lamentablemente”, pues quizás, de haber seguido Wolfgang con vida, el destino de Franz Xaver no hubiese estado pesadamente signado por la sombra del genio de Salzburgo. Constanze, la viuda de Wolfgang -y ya que estamos, prima de Carl Maria von Weber- procuró que su vástago tuviera la mejor educación musical para que emulara a su padre, y maestros no le faltaron: Antonio Salieri fue uno de ellos, de quien su padre también fue alumno. Salieri vio en Mozart hijo un “extraño talento para la música”, y le auguró una carrera que no sería “inferior a la de su afamado padre”.
Pero Franz Xaver creció sin su padre, y se podría asegurar que, desafortunadamente, Constanze falló en su rol de madre de un niño huérfano. En 1801, la viuda de Mozart redactaba estas inspiradoras palabras en una carta al pequeño Franz Xaver, de tan solo nueve años: “Un niño que desilusiona a sus padres… hallará desgracia y miseria. Que estas palabras sean una advertencia para mi amado hijo”. Es que Constanze tenía toda la intención de que el benjamín fuera tan o más exitoso que su padre, presión que incluso se podía advertir en el hecho de que en su casa, se lo llamaba Wolfgang.
A los 13 años, Franz Xaver se presentó por primera vez en público: interpretó un concierto de su padre, y las repercusiones no se hicieron esperar: una publicación de crítica musical de la época señalaba que Mozart Jr. nunca debía olvidar “que su apellido le brinda cierta indulgencia hoy, pero le significará expectativas aún más grandes mañana”. Franz Xaver vivió acomplejado, menospreciando su talento —aunque según Salieri, su oído musical era muy bueno—al punto tal que en 1842 se le pidió que compusiera una obra para la inauguración de un monumento en memoria de su padre, en Salzburgo. Pero Franz Xaver era consciente de las inevitables comparaciones, y terminó presentando, en cambio, una cantata basada en dos obras inconclusas de Wolfgang Amadeus.
Fue maestro de piano para importantes familias polacas; entre 1819 y 1821 dio conciertos en varias ciudades europeas; en 1841 fue nombrado Kapellmeister honorario del Mozarteum de Salzburgo, y en 1842, la Congregazione ed Accademia di Santa Cecilia, en Roma, lo nombró maestro compositore onorario. Pero a pesar de las prometedoras palabras de Salieri, Franz Xaver nunca superó a su padre, y solo compuso una treintena de obras. Entre estas, que les ofrecemos en esta entrega, el Concierto para piano en mi bemol mayor op. 25, una exquisita obra cuyo primer movimiento, el Allegro con brio, y el tercer movimiento, Rondó: Allegretto, remiten a la impronta del clasicismo de Mozart padre, mientras que el segundo movimiento, Andante espressivo, tiene más proximidad con la música del período romántico. En la presentación que acompaña la nota, se podrá ver a la ucraniana Olga Zdorenko al piano, acompañada de su compatriota Ivan Ostapvych en la dirección de la Collegium Musicum Chamber Orchestra de Lviv, Ucrania. El concierto tuvo lugar en el S. Lyudkevych Concert Hall, en 2017.
Franz Xaver nunca pudo superar la sombra de Wolfgang. Murió de cáncer, sin contraer enlace ni dejar descendencia, a los 53 años. Pero tuvo el buen tino de legar documentación de gran valor al Mozarteum de Salzburgo, como por ejemplo los manuscritos que hacía su padre cuando componía. Está sepultado en un cementerio de Karlovy Vary, antiguamente Karlsbad, no como Franz Xaver Wolfgang Mozart, sino como Wolfgang Amadeus Mozart, y su epitafio reza así: “Pueda el nombre de su padre ser su epitafio, ya que la veneración por él era la esencia de su vida”. Viviana Aubele
Franz Xaver Wolfgang Mozart, Piano concerto No. 2 mi bemol mayor Op. 25
Olga Zdorenko, piano – Collegium Musicum Chamber Orchestra
Dir.: Ivan Ostapovych – Lviv, Ucrania
F. X. W. Mozart en el sitio Encuentre una tumba
Nota en La Jornada, de Mexico
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