Hubo un hecho en el año 1957, que probablemente pasó inadvertido para muchos, que hizo ingresar de manera plena a Ennio Morricone a la categoría de compositor: el estreno de su primer concierto para orquesta, en el teatro La Fenice de Venecia. Y prácticamente al mismo tiempo hubo otro hecho asociado que marcaría para siempre la carrera de este músico: las liquidaciones de los derechos de autor correspondientes a dicha obra dejaron absolutamente en claro que ese no sería el mejor modo de mantener una familia.
Para entonces ya había recibido un diploma en instrumentación, un diploma en composición que recibió de manos de su colega Goffredo Petrassi, y había hecho algunos trabajos como arreglador para otros compositores que se habían establecido laboralmente en la industria del cine. Poco después, de la mano de un amigo de su infancia que se dedicaba al cine, Morricone tomó una decisión pragmática que cambiaría su historia: se convertiría en compositor de bandas sonoras de películas. El referido amigo era Sergio Leone, y juntos crearon una nueva especie cinematográfica: el spaguetti western, que suponía un punto de vista diferente del western tradicional, con antihéroes sin demasiada moral como protagonistas, rudos, sucios y engañosos.
El puntapié inicial fue dado con la película Por un puñado de dólares (1964), y luego siguieron otras como El bueno, el feo y el malo (1966), y ¡Agáchate, maldito! (1971). Así fue como Morricone, niño prodigio que de pequeño tocaba la trompeta y a los seis años ya había compuesto su primera obra, terminó convirtiéndose en un ícono popular. Conviene tener presente que hablamos de un músico formado en la Academia Nacional de Santa Cecilia, que a los doce años se inscribió en un programa de armonía programado para durar cuatro años que terminaría completando en seis meses.
Formado en la música académica de vanguardia, que nunca abandonaría, Morricone emprendió un doble camino: el de la música de concierto y el de la música aplicada a la gran pantalla del cinematógrafo. Con más de 500 bandas sonoras en su haber, el público lo conoció fundamentalmente por esta segunda faceta, en la cual trabajó con grandes directores como Pier Paolo Pasolini, Bernardo Bertolucci, Terrence Malick, Brian De Palma, Giuseppe Tornatore, Pedro Almodóvar o Quentin Tarantino, con quien finalmente ganaría un Oscar, recién en 2016 con The Hateful Eight, después de haber sido nominado seis veces en ediciones anteriores.
Antes había recibido un Oscar honorífico “por sus magníficas y polifacéticas contribuciones en el arte de la música de cine”, en el año 2006. Y seguramente lo hubiese debido ganar también por la música de la película Érase una vez en América (1984), de no haber sido descalificado por un tecnicismo: el nombre del compositor fue inexplicablemente omitido en la edición del film que llegó a manos del jurado de la Academia.
Alguna vez Sergio Leone le explicó a su colega Stanley Kubrick que muchas veces grababa las músicas de Morricone en primer término, y más tarde filmaba y editaba de manera de sincronizar su propio trabajo con el del compositor, en lugar de hacerlo al revés. Así lo hizo, por ejemplo, en varias secuencias de la película Hasta que llegó su hora (1958). Ese gesto habla de manera elocuente de la valía de su música.
El lunes 6 de julio, a la edad de 91 años, Ennio Morricone falleció en Roma, internado en una clínica, tras una caída que le había causado una fractura severa. Ya tenía preparada una carta, para que su abogado diera a conocer a los medios de comunicación si llegaba el momento del desenlace fatal.
Esa carta dice así: “Yo, Ennio Morricone, he muerto. Lo anuncio así a todos los amigos que siempre me fueron cercanos y también a esos un poco lejanos que despido con gran afecto. Hay solo una razón que me empuja a despedirme de este modo y a tener un funeral privado: no quiero molestar”. Luego se ocupa de saludar a cada uno de sus afectos más cercanos, a sus amigos, sus hijos, sus nietos, su esposa, y se despide de todos ellos simplemente diciéndoles: “Espero que entiendan cuánto los he amado”. A todos los demás, nos dejó sus músicas. Germán A. Serain
Ennio Morricone dirige su propia música en un concierto realizado en Venecia, con la Sinfonietta de Roma, el Coro de La Fenice y la participación solista de la soprano Susanna Rigacci (9/10/2007).
01 – Opening
02 – Deborah’s Theme (Once Upon a Time in America)
03 – Addio Monti (from The Betrothed)
04 – Vatel
05 – H2S
06 – The Sicilian Clan
07 – Love Circle
08 – Uno Che Grida Amore (from Love Circle)
09 – Maddalena
10 – The Good, The Bad and The Ugly
11 – Once Upon a Time in The West
12 – A Fistful of Dynamite
13 – The Ecstasy of Gold (from The Good, The Bad and The Ugly)
14 – The Battle of Algiers
15 – Investigation of a Citizen Above Suspicion
16 – A Brisa do Coracao (from According to Peireira)
17 – The Working Class Goes to Heaven
18 – Casualties of War part 1
19 – Casualties of War part 2
20 – Abolisson (from Queimada)
21 – The Desert of the Tartars
22 – Richard III
23 – The Desert of the Tartars – Reprise
24 – Gabriel’s Oboe (from The Mission)
25 – Falls (from The Mission)
26 – On Earth as It Is In Heaven (from The Mission)
27 – Cinema Paradiso
27 – Here’s to You (from Sacco and Vanzetti)
Comentarios