Uno de los efectos culturales que tuvieron las medidas de aislamiento domiciliario obligatorio dispuestas para prevenir la expansión del coronavirus fue la búsqueda, por parte de quienes de pronto se vieron privados de asistir a cualquier clase de espectáculos, de alternativas de distracción a través de diferentes medios o servicios online.
Sin embargo, una oferta excesiva y demasiado variable en términos de calidad, determinó que hallar algo que realmente valiese la pena se convirtiera en algo parecido al desafío de encontrar la proverbial aguja perdida en un pajar. En ese contexto, la intención de destacar algún contenido en particular, de valor realmente extraordinario, nos llevó a toparnos, entre otros, con este concierto.
Arvo Pärt es un compositor nacido en Estonia en 1935. Su música podría ser catalogada dentro de cierto minimalismo sacro o místico, dotado de armonías simples, sin excesivos adornos y con una clara influencia de la música antigua. Lo que el oyente encuentra de inmediato en esta música es un particular sentido de la tensión, y en especial un trabajo exquisito en la sutileza del manejo de los sonidos.
Sin duda fue su trabajo con Manfred Eicher, del sello discográfico ECM Records, lo que en alguna medida convirtió a Pärt en un caso infrecuente: el de un compositor contemporáneo que alcanza una popularidad notable en vida. El compartir catálogo con algunos de los artistas de jazz más importantes, como Keith Jarrett, acercó su música a un público al cual quizás de otro modo no hubiese llegado. Por otra parte, la coincidencia no es casual: hay mucho en común entre Arvo Pärt y Eicher en lo que a una particular concepción del sonido musical se refiere.
En alguna ocasión, Arvo Pärt ha señalado que su música es como la luz que pasa a través de un prisma, que abre un abanico cromático que puede tener un significado diferente en cada oyente. Este concierto, ofrecido en la Elbphilharmonie de Hamburgo, a cargo de la Orquesta de Cámara de Tallin y el Coro de Cámara Filarmónico de Estonia, bajo la dirección de Tõnu Kaljuste, es una joya que puede probar esta afirmación.
Si se atreve, le recomendamos escuchar esta música en un contexto de silencio y alejado de cualquier tipo de distracciones, para poder compenetrarse con ella y descubrirla adecuadamente. Germán A. Serain
Programa Arvo Pärt:
I. Fratres (versión para violín, cuerdas y percusión)
II. Cantus in Memoriam Benjamin Britten
III. Adam’s Lament (para coro y orquesta de cuerda)
IV. Salve Regina (para coro mixto, celesta y orquesta de cuerda)
V. Te Deum (para tres coros, piano preparado, arpa de viento y cuerdas)
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