Uno de los tantos signos característicos de nuestra época es el reciclaje. No nos referimos en este caso al reciclaje de la basura, sino al cultural, una tendencia que podríamos vincular a la llamada postmodernidad. Este término impreciso, surgido a mediados del siglo XX, alude un conjunto de manifestaciones artísticas, filosóficas y culturales. Pero podríamos condensar su sentido diciendo que si la cultura moderna se caracterizaba por su pretensión de progreso, mirando siempre hacia adelante, la posmodernidad rompe con ese ideal y propone un nuevo paradigma, dentro del cual potencialmente todo vale, todo se mezcla, y todo se resignifica.
Antonio Lucio Vivaldi nació en Venecia en 1678. Su relevancia en la historia de la música tuvo que ver con haber cimentado el género del concierto como forma musical. Compuso cerca de quinientos conciertos, entre ellos una serie de cuatro, para violín y orquesta, pertenecientes a su opus 8 (Il cimento dell’armonia e dell’inventione, 1721), que terminó siendo su obra más conocida: Las cuatro estaciones.
Estos cuatro conciertos tienen una particularidad inusual para la época: cada uno de ellos describe en música cada una de las estaciones del año, anticipando lo que mucho más tarde sería la música programática o descriptiva. Vivaldi incluso relacionó cada uno de estos cuatro conciertos con una serie de sonetos, escritos por él mismo, donde va describiendo las distintas imágenes que se trasladan más tarde a lo musical.
Ahora bien, en 2010 -hace ya una década- se calculaba que existían más de mil grabaciones comerciales de estos conciertos. ¿Tenía sentido grabar una versión más? Esta pregunta se la planteó Max Richter, compositor alemán, nacionalizado británico, nacido en 1966, ubicado a medio camino entre el mundo de la música clásica y el minimalismo con intervención de medios electrónicos. Fascinado por la obra de Vivaldi, tuvo una idea tan original como atrevida, y así nacieron Las cuatro estaciones de Vivaldi,recompuestas por Max Richter.
¿Cómo es esto? ¿Son de Vivaldi o no son de Vivaldi, estas estaciones? Bueno, esto es lo interesante: Lo que hizo Richter fue tomar las obras originales de Vivaldi y recrearlas como si se tratara de un collage, o como si se las observara a través de un caleidoscopio. Su método consistió en tomar diferentes frases y células características de los conciertos originales, y recomponer a partir de ellos una obra nueva, que reflejara a un mismo tiempo la esencia de la obra barroca tanto como la mirada renovadora de un compositor contemporáneo.
Propiamente se trata de una deconstrucción de Las cuatro estaciones. Algo así como lo que podría haber escrito Vivaldi, de haber vivido en una época distinta de la que vivió. En nuestro tiempo, sin ir más lejos. Richter asegura que solamente utilizó un 25% de las composiciones originales de Vivaldi, para luego trabajarlas con técnicas propias de la música minimalista. En otras palabras, estas vendrían a ser algo así como unas Cuatro estaciones postmodernas.
Por supuesto, a más de uno podrá parecerle que este experimento que hace Max Richter con Las cuatro estaciones es una falta de respeto. Sin embargo, en la época de Vivaldi era una práctica usual que un compositor tomara prestada la obra de un colega para hacer algo nuevo a partir de ella. Y no han sido pocos los compositores históricamente reconocidos que han hecho reelaboraciones de trabajos ajenos, más o menos famosos.
Le dejamos en el video la versión completa de la recomposición realizada por Max Richter sobre el ciclo de Vivaldi, interpretada por Daniel Hope como solista, acompañado por el Ensamble LPR dirigido por Tito Muñoz. En la segunda mitad del concierto, el programa se complementa con una selección de la música para ballet Infra, que Richter escribió para el Royal Ballet de Londres. Germán A. Serain
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