ARGENTINA AL PIANO, de Cecilia Foj

Un disco integrado por obras de compositoras argentinas contemporáneas

Cecilia Foj se presenta como una pianista de música argentina, clásica y contemporánea. Y para su primer disco, titulado Argentina al piano, escogió abordar un repertorio integrado de manera exclusiva por piezas compuestas por mujeres argentinas de nuestro tiempo. La lista incluye a Lilian Saba, Cecilia Fiorentino, Lía Cimaglia Espinosa, Valeria Romero, Bárbara López, Amanda Guerreño y Laura Otero, además de una pieza escrita por ella misma, Pequeña traviesa, dedicada a su hija Julieta.  

Graduada como Profesora de Piano en el Conservatorio Julián Aguirre de Banfield, a su labor como docente se suma su intensa actividad, desde 2005, vinculada a la interpretación de obras de compositores argentinos contemporáneos. Cecilia Foj ha tocado para diversas asociaciones de compositores, como el Foro Argentino de Compositoras, la Asociación de Compositores Argentinos, Compositores del Siglo XXI, Compositores Unidos de Argentina (CUDA) y Ars Contemporánea.

Editado por Virtuoso Records, el disco aborda una gran variedad de estilos musicales. Desde un aire de milonga pampeana a cargo de Lilian Saba (El cielo de Benito, dedicada a su pueblo natal, Benito Juárez) hasta obras escritas en el más pleno lenguaje académico, pasando por una chacarera, un tango o música de raíz misionera. Sobre todos estos aspectos conversamos con Cecilia Foj.

¿Cómo nace este disco, realizado íntegramente con obras de compositoras argentinas y contemporáneas?

Argentina al piano se gesta en 2018, cuando después de varios años de dar clases como profesora de piano y de música de cámara en el Conservatorio Julián Aguirre empecé a darme cuenta de que no se tocaban obras de compositoras mujeres. No sólo no tienen difusión ni visibilidad, sino que en los programas directamente no existen. No están sus nombres. Hay montones de compositores, pero todos son hombres, salvo honrosas excepciones como Clara Schumann o Fanny Mendelssohn. Y ni hablar dentro de la música contemporánea.

Desde hace años me muevo en el ámbito de la música contemporánea, y tengo conexión con distintas asociaciones de compositores argentinos. Allí están también las compositoras, como Amanda Guerreño o Irma Urteaga, que son pilares de la música argentina, y no tienen tanta difusión ni tanto espacio como el que tienen los hombres. Entonces, cuando empezó el período de aislamiento por la pandemia de covid, me propuse firmemente comenzar a incorporar a mi repertorio obras de compositoras argentinas, porque quise empezar desde adentro de nuestro país. Me puse en contacto con el Foro Argentino de Compositoras, con Eva Lopzyc y Nelly Gómez, que son su presidenta y vicepresidenta. Ellas les comunicaron la idea a las socias, y a partir de ahí recibí montones de partituras, de todo tipo y de todos los estilos: atonales, tonales, con rasgos folcóricos y sin ellos.

Hice una selección y empecé a tener una comunicación con las compositoras. Por suerte pude contactarme con todas y cada una de ellas, con excepción de Lía Cimaglia, quien falleció hace unos años. En ese ida y vuelta fui aprendiendo a querer las obras que había elegido, y también a sus compositoras. Porque además cada una de estas obras representa un rasgo musical de una región de nuestro territorio. Por ejemplo, Valeria Romero es misionera, y en su obra representa, a través de un estilo de canción litoraleña, una expresión de su origen. Además, son todas obras muy actuales. Algunas ni siquiera se habían estrenado públicamente antes de aparecer en el disco.

Más allá de la cuestión del género, en cuanto a que todas las obras hayan sido escritas por diferentes compositoras, ¿qué podrías decir de la diversidad estilística que se evidencia dentro del repertorio del álbum? 

Debemos ser muy amplios y aceptar que nosotros tenemos una idiosincrasia y una manera de expresarnos musicalmente muy amplia, con rasgos culturales originarios y una importante mezcla con elementos tradicionales europeos. Podríamos hacer un paralelismo con las obras de compositores como Frédéric Chopin, con sus mazurcas o sus polonesas, o Franz Liszt con sus Rapsodias húngaras, o Béla Bartók y su Mikrokosmos, basado en ritmos y danzas tradicionales. Nadie cuestiona si estas obras tienen o no rasgos folclóricos, sino que simplemente se las acepta. Del mismo modo son válidas las músicas argentinas que contienen ritmos que aluden a distintas zonas y regiones de nuestro país.

De hecho yo elegí, a partir de esto, algunos de los temas que se escuchan en el disco, como la Chacarera de marzo o En lo abierto, que es una especie de música litoraleña, o la Milonga pampeana de Lilian Saba. Es una manera de rescatar y difundir un modo de componer con rasgos populares pero desde el punto de vista de un compositor académico, un poco como las músicas de Guastavino, Ginastera o incluso Piazzolla en relación al tango. La música que representa rasgos de nuestras regiones tiene muchísima validez.

En 2007 comencé como pianista acompañante de una escuela de danzas tradicionales de Lomas de Zamora. Yo vengo del ámbito académico, de la música clásica. Cuando me acerqué por primera vez a las danzas tradicionales argentinas, a tener que tocar un triunfo, un malambo, una chacarera… no fue nada fácil, porque cuando uno viene del ámbito académico tiene la mirada puesta en Europa, y una manera de tocar a la europea. Tuve que desandar ese camino y deconstruir una forma de ejecución, para que tuviera más que ver con cierta argentinidad. Y fue difícil, porque yo no tenía incorporadas las cuestiones de la acentuación, de la rítmica, del discurso sonoro; tuve que lograr una ejecución más representativa de nuestras músicas.

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