Es bastante común que se asocie la idea de música clásica con algo que tiene que ver con el pasado. Muchas veces, además, con un pasado remoto, como si en el siglo XX no hubiese habido cantidad de compositores que se encargaron de reactualizar el género, incluso por fuera de las tan temidas y por lo general poco amigables vanguardias. La pregunta entonces regresa, repetida: ¿acaso hoy se sigue componiendo música clásica? La respuesta es afirmativa. El dilema de los sellos discográficos, las editoras, los productores, es cómo hacer para que esa música académica que hoy se sigue componiendo, como en los tiempos de Bach, Mozart, Beethoven, tome estado público. Porque en los tiempos de aquellos compositores no existía el disco y la música era más bien poca, comparada con la profusión actual de lanzamientos, tanto físicos como digitales, en los más diversos géneros. ¿Cómo hacer que estas nuevas músicas se conozcan? ¿Cómo hacer para que algo se distinga en medio de un cada vez más inabarcable océano de opciones? Y otra cosa: ¿cómo interesar a los nuevos públicos, esos que se criaron escuchando otras músicas?
A estas preguntas intenta dar respuesta el Yellow Lounge, una idea nacida en las oficinas de promoción del prestigioso sello de música clásica Deutsche Grammophon, que por primera vez se presentó en Latinoamérica. El concepto es llevar la música clásica a entornos diferentes de la sala de concierto, con una estética renovada, donde prima lo audiovisual y la ausencia de límites claros en cuanto a la constitución de un género. Para esta primera experiencia, el actor principal fue el joven compositor alemán Sven Helbig, que vino a presentar su primer disco para la compañía, sus Pocket Symphonies. El concierto se llevó a cabo en el Centro de Arte Experimental que posee la Universidad de San Martín en el barrio de Almagro, un viejo establecimiento industrial que se ha conservado sin mayores modificaciones. La interpretación estuvo a cargo de un cuarteto integrado por David Bellisomi (violín), Marcela Magin (viola), Carlos Nozzi (cello) y alternando en el piano Daniela Salinas y Melina Marcos. A ellos se sumaba el propio compositor en marimba, disparando sonidos orquestales desde una consola electrónica o bien dirigiendo. Esta imbricación de lo académico con las nuevas tecnologías fue llevada más lejos aun en el intermedio y sobre el final del concierto, cuando Helbig ocupó el papel de DJ y realizó una rutina de mash-up, una remezcla en vivo de músicas pregrabadas, generando a partir de ellas nuevas piezas. Sólo que esta rutina, común en las fiestas de música electrónica, se hizo en este caso a partir de materiales clásicos. Para completar la ambientación, diseñada por Patricio Tejedor, una de las paredes del espacio fue usada para proyectar una puesta de video realizada por Lara Arellano, que le dio al conjunto un toque por demás postmoderno.
En cuanto a la música de Sven Helbig, muy atractiva, de naturaleza ambiental, cargada de lineamientos minimalistas, pone en evidencia un concepto muy interesante: si para Gustav Mahler componer una sinfonía era un modo de crear un universo, con toda la complejidad que ello implicaba, para Helbig el desafío es alcanzar el núcleo de una emoción en el oyente, sin que para llegar a ese objetivo sea necesario abordar un interminable desarrollo extendido en el tiempo. De esta manera Helbig pretende adecuarse a las características del oyente medio de nuestro tiempo, ese que no está acostumbrado a escuchar una sinfonía completa de una hora de duración, pues su marco estético es el de la canción y su capacidad de atención ha sido marcada por la lógica del zapping televisivo y la navegación en Internet. Ciertamente Helbig consigue su propósito. Y lo lograron también el sello discográfico y la Universidad de San Martín, encarnada en la figura de su rector, Carlos Ruta, pues el público, mayormente joven, que había accedido a sus entradas de manera gratuita a través de Internet, respondió con muchísimo entusiasmo. Ojalá se multipliquen este tipo de experiencias, para que las fronteras de la música se puedan seguir expandiendo. Germán A. Serain
Fue el sábado 30 de noviembre de 2013
Centro de Arte experimental de la UNSAM
Sánchez de Bustamante 75 – Cap.
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