LAS LILAS, EL SILENCIO Y LA NOCHE, una poeseña

En este desplazamiento de crítica a artista, encontré que la mejor manera de escribir una reseña es poniendo el cuerpo

Las lilas, el silencio y la noche – Narración: Cristina Banegas, Valentina Bassi, Mirta Busnelli, Heidi Fauth, Laura Grandinetti, Marilú Marini, Florencia Raggi, Monica Raiola – Idea: Damián Lomba – Montaje: Tomás Frezza, Stefano Storchi, Elizabeth Wendling – Música y Sonido: Rocío Morgenstern – Intervención Artística: Mariela Asensio, Tomas Frezza, Damian Lomba

Oscar Wilde vincula la actividad del crítico con la del artista. El crítico y el artista son, en el fondo, lo mismo. Al hacer arte, el artista despliega su facultad crítica y el crítico, en su discurso, también realiza un acto creativo. Este puente entre las dos figuras es lo que mejor describe mi pasaje de la crítica al arte. Al escribir reseñas, siempre tuve una búsqueda relacionada al campo de la estética. En paralelo a mi actividad como periodista, me he desarrollado estos años como poeta y escritora, como cantante. Incursioné en el estudio de la curaduría de arte contemporáneo que hoy continúo. También realicé cursos en historia del arte, historia del teatro y filosofía.

En este momento, siento que la palabra artista es la que me define de manera más acertada. Me identifico con ella porque el acto creativo se puede llevar a cabo desde diferentes lenguajes. Estamos cruzando las fronteras todo el tiempo.

Cuando vi estas performances sobre la obra de Alejandra Pizarnik, sentí que las actrices, al ponerle el cuerpo a sus versos, estaban ideando una forma de sanarla. Yo también quise hacerlo. Me pregunté por qué Alejandra no pudo habitar su propio cuerpo.

Investigué su historia y encontré un artículo de Mariana Enríquez, donde la escritora y periodista descubre un posible abuso infantil en la vida de la poeta: “Muchos estudiosos de su obra creen que sufrió un abuso sexual cuando era chica: ‘Tanto sus Diarios como su prosa poética dejan entrever un abuso sexual sufrido durante la infancia, aunque no revela ningún detalle que esclarezca dicho episodio», escribe Eve Gil (Abrazar el infinito, suplemento cultural Arena, diario Excelsior, México, marzo 2010)”.

“Es evidente que ella se siente la más fea, la menos querida, la que está en desventaja con respecto a su hermana”, señala Cristina Piña. Se conocen los traumas en la infancia y adolescencia de Alejandra con su propio cuerpo: el sobrepeso, el acné y la tartamudez que minaron su autoestima.

No son pocas las zonas inexploradas en la vida de Pizarnik: se conocen sus experiencias sexuales con mujeres, sin embargo, en la publicación de sus Diarios, los pasajes que aluden a ellas han sido eliminados.

Estamos viendo solo la punta del gran iceberg que fue y es Flora Alejandra Pizarnik.

Finalmente, me remito a un texto del artista contemporáneo Christian Boltanski: (Un espejo en la cara). La idea de Boltanski es que el artista tiene un espejo en lugar de rostro. Así cada uno, al acercarse a una obra, va a ver reflejada una parte de su propio ser, quizás una parte olvidada u oculta, pero que existe, vibra y late. Y en eso consiste la cualidad de lo artístico, en esa reunión de partes que se produce cuando el espectador o crítico se encuentra con ese hijo no reconocido que puede ser una obra de arte. “Hay algo que me interesa mucho y es el paso de lo personal a lo colectivo”, dice Boltanski. Y yo hoy me digo: Todas somos Alejandra. Milly Vázquez

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Reseña de Las lilas, el silencio y la noche en forma de poesía video-performance
Guión: María Evangelina Vázquez – Actuación: Milly Vázquez – Dir.: Alejandro Cañadas
Se dio hasta fin de septiembre 2020

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