De él, Gidon Kremer ha dicho que es “muy musical, con un vibrato singularmente multifacético”. Y András Schiff, que tiene una “excelente comprensión de la música de cámara y un brillante sentido del sonido”. El elogiado es el alemán Niklas Liepe, un violinista que según reza su sitio web, ha “expandido las fronteras de la música clásica”. Liepe nació hace 30 años en Göttingen y realizó sus estudios musicales superiores en Hannover y en Colonia, Alemania. Liepe, premiado más de una vez, ha tocado como solista con numerosas orquestas y ha dado conciertos en toda Europa y también fuera del Viejo Mundo: Estados Unidos, Australia, y Asia lo han acogido en sus teatros.
En este extraño 2020, Liepe ha sacado un nuevo álbum, Goldberg Reflections, del que se hablará en una próxima entrega. Pero su anterior proyecto fue The New Paganini Project, un peculiar aggiornamento de los famosos veinticuatro caprichos del “violinista del diablo”. Del proyecto, lanzado en 2018, participaron la Deutsche Radio Philharmonie con la dirección del también alemán Gregor Bühl (dirigió La viuda alegre en el Colón en 2011), y más de veinte compositores para los arreglos para orquesta de los veinticuatro caprichos. Fue un trabajo que demandó alrededor de tres años y en el que se acordaron ciertas reglas: entre estas, que la parte de los solos de violín quedarían tal cual las compuso Paganini. Los arreglos, en cambio, serían librados a la inventiva de los arregladores.
Paganini compuso sus Caprichos entre 1802 y 1817. El dato interesante es que el autor los pensó sin la menor intención de que fueran interpretados en un teatro delante de un público; un “error” que vaya uno a saber por qué se le deslizó a Bernard Rose, director de El violinista del diablo, donde Paganini (David Garrett) ingresa al teatro pasando por entre las butacas mientras toca el Capriccio No. 24. Tampoco tuvo Paganini la intención de que hubiera un segundo instrumento haciendo el acompañamiento. No obstante, en el siglo XIX la opinión generalizada era que los caprichos ejecutados sin un instrumento que acompañara al violín eran incompletos. Robert Schumann (1810-1856) y Franz Liszt (1811-1886) proporcionaron sus propios acompañamientos para ejecutar en piano. No fue hasta 1820 -veinte años antes de la muerte de Paganini- que Ricordi publicó los Caprichos como su Op. 1, junto con doce sonatas para violín y guitarra. Paganini dedicó esos caprichos alli artisti (a todos los artistas).
The New Paganini Project debía contemplar la mayor gama posible de estilos, y además se buscaba que los arreglos orquestales incluyeran preludios, posludios o interludios para agregarles algo de vuelo. La variedad melódica abarca desde lo más bien clásico o tradicional, como el Capriccio No. 1 o el No. 7, a propuestas algo más osadas, como el Capriccio No. 4 o el No. 6 (Trance), a versiones jazzeadas como los caprichos No. 12 y 14, y hasta aquellas que bordean el límite, como el Capriccio No. 15 y 16. Dos frutillas para un postre musical: por un lado, la potente introducción para el célebre Capriccio No. 24 y su final a toda orquesta (arreglo de Stephan Koncz), y por el otro, una versión en ritmo de jazz del mismo capricho de Fazil Say.
Hay que destacar que si bien la apoyatura orquestal es muy sólida, el virtuosismo de Liepe puede distinguirse muy bien, con más protagonismo en algunas partes que en otras. Es probable que todos o algunos de arreglos encanten a muchos o incomoden un poco -aunque sea a priori- a otros tantos. Pero es indudable que Niklas Liepe es muy talentoso, y su valor agregado es una creatividad que no descansa ni merma. Viviana Aubele
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Sitio Web Niklas Liepe