Programa: Concierto para bandoneón y Adiós Nonino (Astor Piazzolla); Sinfonía Argentina (Daniel Doura, Alejandro Roemmers) – Orquesta: Filarmonía de Madrid – Coro: Filarmónico de Brno – Solistas: Horacio Romo (bandoneón), Javier Negrín (piano), Edoardo Catemario (guitarra) – Relator: Alejandro Guillermo Roemmers – Dirección: Roberto Montenegro
Imponente es el Auditorio Nacional de Música, con su órgano de tubos, con sus luminarias en forma de platillos que parecerían levantar vuelo, con sus múltiples bandejas de butacas que abrazan el escenario, con su acústica impecable que se descubre en cuanto suenan las primeras notas del Concierto para bandoneón, de Astor Piazzolla, y se vibra emotivamente con la orquesta y las voces del coro en la Sinfonía Argentina, de Daniel Doura y Alejandro Guillermo Roemmers, que se estrena esa noche.
Las primeros sonidos del concierto de Piazzolla preanuncian la marca identitaria del programa netamente argentino. La Orquesta Filarmonía de Madrid, dirigida por el notable Roberto Montenegro, respeta y multiplica el sentimiento plasmado en esas notas. El solista Horacio Romo toca su bandoneón con el sello del compositor marplatense cuyo centenario de nacimiento fue festejado por el mundo entero el año pasado. Se logra el clima, se siente su inconfundible música.
Seguidamente, Romo interpreta Adiós Nonino. En esta pieza, Astor despide conmovido a su padre y crea un tema al que luego define como el más lindo que escribió en su vida. Así lo transmite Romo, magistralmente, así lo sentimos. Hay quien se emociona a mi lado, incontrolable.
Los intensos aplausos exigen un bis. Romo y Montenegro regresan al escenario y acceden al pedido con otra pieza de Piazzolla. Surge entonces la clarísima melodía de Oblivion, en una versión estupenda y sutil que nos lleva al significado de ese olvido moldeado por el compositor como una gran metáfora musical. Otra vez se palpitan sones tan bellos, tan nuestros.
Llega el momento de la obra que titula el programa y sube el numeroso Coro Filarmónico de Brno. El poeta Alejandro Roemmers, acompañado solo de la guitarra que interpreta galanamente Edoardo Catemario, narra el preludio como histórico recordatorio de la gran gesta llevada a cabo por España en la primera vuelta al mundo con Juan Sebastián Elcano y Hernando de Magallanes, que cumple 500 años. “Cuando el mundo aún no era mundo y el océano era misterio, un imperio valiente se atreve a llevar un sueño de conquista hacia el horizonte infinito” dice el poeta, y nos embarca con ellos.
Sabiamente, los autores no han marcado notas de carácter en cada movimiento, sino imágenes que ilustran clarividentes momentos de la hazaña. En el primero, De la Arena, se habla del viento incierto, de la depuración del tiempo, de rumores alegres, sensaciones muy presentes en la música que por momentos deviene litúrgica, representada por el enorme coro que todo lo tamiza. En el segundo, Del Mar, más lento aunque más brillante, los bronces nos marcan el épico relato que no desdeña el amor ni el fervor en espléndido soneto.
Vuelve Roemmers en un breve interludio -siempre acompañado por el guitarrista- en el cual habla de la alquimia entre los océanos, las selvas inexploradas, una antigua profecía y una joven esperanza. El tercer movimiento, Del Ser, presenta una muy suave percusión que indica el descubrimiento de nuevos mundos. Javier Negrín interpreta espléndidamente el piano con sugerentes y ricos momentos solistas. Así interviene el precioso soneto que menciona al olvido y la conciencia, la búsqueda de un principio y lo infinito, también el incierto milagro de vivir. Es un movimiento claramente coral, con cuerdas suavísimas que permiten el notable lucimiento de las voces.
Llega el cuarto movimiento, el final, el De los Pueblos, con gran presencia del coro entero y cuerdas graves que generan un clima tenso, contrastante con las diáfanas voces. Puntea la guitarra, se suma el piano, el resto de las cuerdas adentra un presto que presagia el fin y apura la bebida para brindar por la vida en el pórtico sublime. Las notas emanan sensiblemente el significado de las palabras. Están imbricadas. Es la apoteosis final de la Sinfonía Argentina, una prosopopeya elegíaca y deliciosa de un mundo unido.
Es incuestionable que la Sinfonía Argentina emana una importante carga épica y se transforma en una travesía que genera ambientes naturales y circunstancias vívidas descriptas musicalmente. Sus creadores han logrado que la música y las palabras emocionen. Como paráfrasis de una gran aventura, esa es su conquista. Martin Wullich
Fue el 27 de octubre de 2022
Auditorio Nacional de Música
Calle Príncipe de Vergara, 146
Madrid, España
+34 913 37 01 40
Sitio Web Auditorio Nacional
Alejandro G. Roemmers en este Portal
Sitio Web Alejandro G. Roemmers
Daniel Doura en Spotify
Alejandro Guillermo Roemmers es un gran poeta, notable especialista en sonetos que fluyen con naturalidad a través de sus sentimientos de afecto y de generosidad hacia la humanidad. Su palpable solidaridad se hace evidente en cada proyecto que emprende. De hecho, todo lo recaudado en este concierto fue destinado a tres organizaciones que protegen y ayudan a niños marginados e indigentes: Fundación Querer, Unicef y Scholas, la organización del Papa Francisco de apoyo a la infancia.
El proyecto Sinfonía Argentina se inició en 2008 con una idea de Alejandro Roemmers de desarrollar una obra sinfónico coral con piano que representara los «paisajes culturales» de nuestra tierra con textos de los poemas que Daniel Doura libremente eligió de la obra publicada por Roemmers, quien abrevó en la historia de su propia familia que emigró de España a Buenos Aires en los años 20. Las melodías surgieron conjuntamente de asociaciones libres de entonación de la poesía, lo imaginario visual de las metáforas y una invención personal de la energía de las ideas.
Ver o escuchar Sinfonía Argentina completa
Comentarios