Fue muy poco antes de que comenzara la pandemia mundial que pondría un largo paréntesis a todas las actividades de concierto con presencia de público, en diciembre de 2019, cuando se estrenó el Concierto para violín y orquesta de Sebastián Gangi, pianista, compositor y arreglador argentino, vinculado tanto a la música académica como a las formas folclóricas. La idea surgió de una iniciativa de Pablo Farhat, violinista oriundo de Santiago del Estero, integrante hasta hace poco de la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario.
La obra, escrita en tres movimientos (I. Vidala, II. Zamba, III. Chacarera), de algo más de veinte minutos de duración, tiene la particularidad de combinar dos lenguajes, dos dimensiones musicales que en principio podrían parecer muy distintas, e incluso distantes. Conversamos con el compositor y el solista de este concierto, acerca de la naturaleza de esta obra que viene a enriquecer el repertorio concertístico argentino.
¿Cómo se gestó este Concierto para violín, desde su composición y luego su estreno?
Sebastián Gangi: Como parte de sus actividades, la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario lleva adelante el Ciclo Descubrimiento, en el cual los músicos que la integran participan como solistas en obras de repertorio. Como miembro de la orquesta en 2019, Pablo hizo su propuesta para participar del ciclo. Pero en lugar de interpretar un concierto de repertorio, propuso el estreno de una obra argentina. La idea fue bien recibida, de modo que la posibilidad de que la orquesta estrenase este Concierto para violín fue desde un principio bastante segura, incluso desde antes de que yo hubiese escrito la primera nota.
En nuestra condición de músicos, Pablo y yo tenemos una característica que nos hizo especialmente compatibles para este proyecto: nuestra carrera artística no distingue entre la música académica y la popular. También compartimos el amor por la música argentina, a la cual le dedicamos buena parte de nuestra actividad. En diciembre de 2018 nos encontramos en AADI (la Asociación Argentina de Intérpretes) y me comentó sobre este proyecto: él quería estrenar un concierto para violín y orquesta inspirado en géneros folclóricos del noroeste argentino. No dudé en aceptar la propuesta. Tenía un intérprete y una orquesta de lujo; era un proyecto soñado. Pablo tenía algunas ideas sobre la forma general del concierto que fueron el punto de partida para la composición, que se inició en la primera mitad de 2019.
Usualmente hay una idea, a mi entender equivocada, en cuanto a que la música académica y la música popular constituyen algo así como universos separados. Es evidente que para ustedes no es así, pero me gustaría conocer sus comentarios al respecto.
Pablo Farhat: En efecto, al final del día la música siempre termina siendo una sola. Desde el punto de vista del músico, los dos creemos que se trata de una cuestión de expertise. Es decir, cada género musical tiene sus particularidades, y cada intérprete elige su terreno por afinidad. Una formación musical profunda requiere años de dedicación y esfuerzo, y es difícil abarcarlo todo. Esto también ocurre dentro de la misma música popular: hay grandes músicos que se dedican exclusivamente a un género, y no por ello son músicos de menor calidad que aquellos que abarcan varios géneros. No se trata de qué se hace, sino con qué calidad se hace.
La diferencia fundamental entre el abordaje de la música popular y la académica es que esta última se sirve casi exclusivamente de la partitura como punto de partida de la interpretación, mientras que en la popular los procesos pueden ser más variados: se puede hacer una interpretación espontánea, “tocar de oído”, improvisar o por supuesto también tocar con partitura.
Creemos que la formación también tiene una parte de responsabilidad en esta concepción de “universos separados”. Con frecuencia las instituciones de formación académica no brindan ninguna herramienta al estudiante para el abordaje de la música popular, y eso contribuye a alejar ambos mundos. De todas maneras, este enfoque de la enseñanza está cambiando de a poco y volviéndose más abierto.
Si nos detenemos a observar la labor de algunos músicos, nos damos cuenta de que la separación entre música académica y popular no existe. Tenemos a Chick Corea tocando Mozart, a Bill Evans con su admiración por Chopin, a Friedrich Gulda interpretando conciertos para piano y orquesta y al día siguiente haciendo temas de jazz… Y en el plano compositivo tenemos a Bartók, Dvorák, el propio Chopin y tantísimos ejemplos más.
¿Cuál es el aporte que una orquesta le hace a una obra de raíz folclórica y cuál el que el folclore le puede hacer a la orquestal?
Sebastián Gangi: Desde el punto de vista del público, diría que el aporte fundamental en ambos casos acercar ambos mundos. Existen muchas situaciones o prejuicios que alejan a las personas de ciertos géneros musicales. Por ejemplo, abundan las grabaciones de tango muy viejas y de mala calidad sonora, lo cual aleja a muchos oídos del género. Por otro lado, la música clásica, con sus obras de duraciones muchas veces demasiado extensas para la era de ansiedad en la que estamos inmersos, también aleja a otros oídos. Pero de pronto un amante de la música clásica va a escuchar una orquesta, esa orquesta toca el tango A fuego lento de Horacio Salgán, y tal vez esa persona que desdeñaba el tango por prejuicio luego dice: “la verdad es que esto no estaba tan mal”. Si nuestro concierto logró eso con al menos una persona del público a partir de aquel estreno, yo me siento satisfecho de haber hecho bien mi trabajo.
Pablo Farhat: El folclore puede aportar a la música orquestal su gran riqueza rítmica, que es tan interesante como desafiante. En el caso particular de este concierto, la inclusión de la guitarra y el bombo le agrega al color orquestal una base rítmica que le da mayor pujanza. En sentido inverso, la orquesta le aporta a una obra de raíz folklórica su inmensa variedad de timbres y colores, las infinitas combinaciones posibles de los instrumentos, generando un universo colorido. Además la despoja de su estructura. En el folclore argentino, con mucha frecuencia los géneros tienen una forma bastante rígida en cuanto a secciones y duraciones, derivadas por supuesto de la danza. Al escribir un concierto para violín y orquesta, con el desarrollo y duración que ello significa, obviamente las estructuras tradicionales de, por ejemplo, una chacarera, se diluyen para dar paso a otro tipo de desarrollos más emparentados con la academia.
La técnica interpretativa sobre el instrumento, ¿se acerca más en este caso a lo clásico o a lo folclórico?
Pablo Farhat: Creo que en términos técnicos convergen modismos de ambos mundos en un mismo lugar. Claramente no podría haber abordado esta obra de no haber contado con las herramientas que me dio la academia. La dificultad técnica que demanda este concierto me obliga a utilizar y hacer uso de esos recursos que fui adquiriendo en toda mí formación. Pero hay un factor determinante que moldea y distingue la interpretación particular de la obra. Tiene que ver con el lenguaje. En este punto se deja entrever lo que llamamos, en relación a las músicas originarias, la transmisión oral; una manera auténtica de expresar y transmitir los rasgos distintivos de un lenguaje. Una forma de decir, propia y característica de un lugar, capaz de ampliar y complementar los recursos convencionales, explorando aquellos no convencionales, en todo el espectro tímbrico, en este caso del violín. Es cantar y contar un origen, un paisaje único entre tantos posibles paisajes sonoros.
¿Desde qué perspectiva creen que se debería escuchar este concierto?
Sebastián Gangi: Ante todo desde un lugar desprejuiciado y abierto. No es una obra clásica contaminada por un cierto pintoresquismo de bombos y alaridos, ni tampoco se trata de una obra folclórica demasiado larga y aburrida, invadida y colonizada por la música culta. Cualquiera de esas miradas llevará al no disfrute de la obra, y el juicio ante la música quedará anulado antes de sonar el primer acorde, reemplazado por preconceptos. Y lo decimos como músicos que en nuestros inicios tuvimos esos mismos prejuicios para con ciertos géneros musicales, que nos mantuvieron un tanto distantes de estos lenguajes, que hoy podemos decir que apreciamos y adoramos. Si todos fuésemos capaces de disfrutar la música del mundo entero, nuestra cultura musical sería vastísima. No lo digo sólo en nuestra calidad de músicos, sino también como oyentes.
Orq. Sinfónica Provincial de Rosario – Dir.: David del Pino Klinge
Violín y voz: Pablo Farhat – Guitarra: Sebastián Henríquez – Bombo: Horacio Cacoliris
Teatro El Círculo, Rosario, Santa Fe (Argentina). Dic. 2019
00:00 Introducción
03:01 Inicio del concierto: I. Vidala – 11:42 II. Zamba – 20:07 III. Chacarera
30:40 Bis 1 – 34:50 Bis 2
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