Pianista, conferencista y docente de larga trayectoria, Mónica Zubczuk acaba de publicar un libro de didáctica musical dirigido a pianistas y a músicos en general. Allí aborda una temática que suele no ser tenida como un eje central -por paradójico que pueda parecer- en el marco de la enseñanza artística: la emocionalidad.
El libro lleva de hecho un título por demás elocuente: Aspectos corporales, auditivos y emocionales en la interpretación musical. El trabajo sintetiza el material que la autora viene exponiendo en sus charlas y conferencias desde 2010. Además de la breve charla que mantuvimos con Mónica Zubczuk, sobre el final de este artículo incluimos un video con su interpretación de una de las cuatro Ballades de Frédéric Chopin y un enlace desde el cual es posible descargar o leer online el libro en cuestión de manera totalmente gratuita.
¿Qué te llevó a escribir este libro?
La idea surgió a raíz de participar hace muchos años de un Congreso Latinoamericano de Piano en lo que ahora es la Universidad Nacional del Arte. Yo hacía mucho tiempo que venía investigando y reuniendo material sobre distintos aspectos del quehacer musical. La posibilidad de presentarlo en una conferencia dentro de ese evento, me incentivó a armar especialmente un trabajo. Al exponerlo, una multitudinaria audiencia manifestó mucho entusiasmo con la exposición y alguien comentó que sería muy bueno tener escrito en un libro los conceptos presentados. Esa hermosa experiencia fue el inicio de este proyecto que fue por mucho tiempo postergado. Finalmente, pude concretarlo este año.
¿Qué va a encontrar el estudiante de música? ¿Con qué expectativa o propósito debería abordarlo?
Todo aquel que lea el trabajo podrá aprovecharlo desde distintos ángulos. Se presenta un amplio abanico de ideas para la reflexión que sin lugar a dudas, en el caso de un estudiante, lo ayudará a crecer musicalmente. Pero creo importante aclarar que el texto no solo se encuentra dirigido a estudiantes. Muchas de sus reflexiones pueden servir también a músicos profesionales y maestros. El objetivo es exponer distintas problemáticas derivadas del quehacer musical y ofrecer soluciones a las mismas. Cada uno se sentirá identificado en menor o en mayor medida de acuerdo a su propia experiencia y trayectoria.
El conjunto de los contenidos abordados y posibilidades es amplio. Algunos se sentirán interesados ante lo desarrollado dentro del marco de lo corporal y todo lo que tiene que ver con su conocimiento real puesto al servicio del instrumento. Otros tal vez recapaciten en torno de la mención del hecho de que no es tan importante cuántas horas se esté con el instrumento, sino cuál sea la calidad de esas horas de dedicación. La planificación del trabajo direccionado a un objetivo específico es crucial para que el tiempo que pasamos con nuestros instrumentos sea aprovechado al máximo, en lo que llamo un estudio inteligente.
Por otra parte está todo lo que tiene que ver con la producción sonora, su concientización y audición plena, el relacionarse estilísticamente con aquello que se interpreta. El desarrollo de un proyecto sonoro acorde con la partitura, la imagen sonora previa que se debe tener en mente antes de buscar obtenerla con el instrumento, la experimentación de diferentes timbres donde apreciar la relación entre cómo se toca el instrumento y el sonido que se genera, todos estos aspectos son cruciales. Muchas veces se pierde el concepto de que estamos haciendo algo artístico y muchos tocan sus instrumentos mecánicamente.
Evidentemente hay complejidades en el mundo del arte musical, sutilezas, perspectivas, que son muy relevantes pero que tal vez no son tenidas en cuenta de un modo permanente.
Hay todo un mundo sonoro por descubrir. Está la percepción táctil y auditiva profunda para desarrollar. Están la imaginación y la fantasía que se deben poner en práctica de acuerdo al estilo de la obra en conjunción con una visión propia. Son muchas cosas. Finalmente, está el mundo de las emociones, que de por sí es inagotable. En clases de instrumento por lo general no se habla del tema, subestimándose así un aspecto que considero muy importante. El hecho de subir a un escenario en muchos casos lleva a experimentar ansiedades, preocupaciones, miedos que pueden opacar una presentación en público. Al respecto se presentan en el libro varias situaciones con ejemplos, citas bibliográficas y comparaciones con situaciones de la vida cotidiana para pensar y mentalizarse positivamente. Conocer y reflexionar sobre los aspectos corporales, auditivos y emocionales nos lleva a crecer, mejorando nuestra calidad como artistas, como intérpretes y maestros.
¿Cómo es posible que en la enseñanza de una disciplina artística, precisamente los aspectos emocionales hayan sido tradicionalmente dejados de lado? Parece verdaderamente llamativo, además de contradictorio.
Lo emocional está profundamente reflejado en cualquier producción artística. Un maestro de instrumento debe ayudar a que su discípulo no solo incorpore habilidades técnicas e interpretativas, sino también a que desarrolle su propio sentir, su fantasía e imaginación para reflejarlas en su producción musical. Lo que distingue a un artista de otro es justamente una visión personal, un gusto y entendimiento particular puestos en su labor. Hacia allí se dirige el camino que un verdadero maestro comparte junto a su alumno en formación, por lo cual lo emocional está siempre presente.
Pero cuando en mi libro digo que los aspectos emocionales muchas veces no se tienen en cuenta en la enseñanza instrumental, no me refiero únicamente a esta búsqueda sino también a otro tipo de trabajo que no suele hacerse, relacionado con qué le sucede al intérprete a la hora de salir al escenario. Es un aspecto emocional diferente, al que no se le da la importancia que merece, pero es muy común que nervios, temores o inquietudes diversas puedan empañar una presentación. Es una realidad presente, con diferentes matices, tanto en quien comparte su interpretación con otros en su casa, como en el estudiante que participa de una muestra en su escuela de música, como en el gran artista que se presenta en un teatro.
La situación de concierto es una exposición que algunos viven sin problemas pero que a otros se les dificulta enfrentar. Por todo esto es que en mi libro expongo diferentes problemáticas, como la preocupación por errores u olvidos, la necesidad de aprobación, el modo de enfrentarse a la crítica y la autocrítica, la ambición por querer impresionar al auditorio, el miedo al fracaso, pero también al éxito, el perfeccionismo y la competencia.
Es notable cómo aparece todo el tiempo ese otro que es el público en esta relación del artista con la música que interpreta.
Un verdadero artista debe tener la firme convicción de querer expresarse ante los demás. Pero debe hacerlo sin estar preocupado por lo que suceda durante su presentación. Vivimos tiempos donde se exige que una interpretación en vivo sea perfecta, cuando lo cierto es que la perfección no existe, pues es relativa a los parámetros de quien la mida. Para los que critican es muy fácil, pero para quienes hacemos es difícil. Trabajamos con gran esfuerzo y aspiramos a un ideal musical, pero se debe tener presente que lo hecho en tiempo real puede darse diferente de como lo planeamos, pues transcurre en la espontaneidad del momento. Somos seres humanos, no computadoras. El error es posible y totalmente natural. Considero que el error no es tan importante como la postura que se tenga frente al mismo.
Un hecho artístico es delicado de evaluar. Muchos establecen comparaciones con parámetros previos. Las comparaciones existen desde siempre, pero son relativas, porque llevan a determinar que algo puede hacerse mejor o peor según la óptica de quien lo evalúe. En este sentido, la critica hostil puede causar estragos y hasta definir si se continúa o no un proyecto musical. Es habitual trabajar tomando referentes, son ejemplos útiles que ayudan a crecer. Pero debe tenerse cuidado: he visto jóvenes desesperados en una especie de competencia obsesiva y sin sentido. Ese es un camino erróneo, en el que muchos menosprecian su propio esfuerzo, acumulando frustraciones que en casos extremos llevan al abandono de la práctica.
Un artista debe brindar su propia visión musical sin estar pendiente de la aprobación de otros sobre su trabajo. Debe tener presente que nunca va a poder conformar a todos, porque aun dentro de un mismo estilo existen gustos diferentes y distintas posibilidades interpretativas. En esa particularidad un músico evidencia su propia personalidad y sensibilidad. Con respeto por la partitura, pero su principal objetivo es disfrutar y conmoverse con lo que interpreta, reflejando su amor y su pasión por aquello que realiza.
El impulso inicial por el cual alguien se dedica a la música debe estar basado en el deleite, en la espontaneidad emotiva puesta al servicio del deseo de convocar y compartir. Pero un verdadero artista aspira a una conexión profunda con su instrumento, vibrando con su creación, no con el aplauso. Aplauso significa reconocimiento, y el reconocimiento está en directa relación con las oportunidades que se tengan para presentar un trabajo. Se debe ir en busca de estas oportunidades, pero lo importante es caminar.
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