MATAR A UN ELEFANTE, realismo mágico cordobés

Conmueve la premiada obra de Franco Verdoia, que nos hace reír, llorar y pensar

Matar a un elefanteIntérpretes: Ezequiel Rodríguez, Julieta Lastra, Gerardo Serre, Berenice Gandullo y Gabriel Carasso – Vestuario: Jorge López – Escenografía: Alejandro Goldstein – Iluminación: David Seldes y Matías Sendón – Música: Ian Shifres – Autor y Director: Franco Verdoia

El comienzo de este grotesco cordobés nos retrotrae a diversos retornos al terruño, como El Ciudadano Ilustre (2016) de la dupla Cohn-Duprat, los relatos De Retorno al Pueblo Viejo (2021), o incluso siete siglos antes de Cristo con el retorno de Ulises (Odiseo) a Ítaca. Vemos así un diminuto pueblito cordobés del que había emigrado Amadeo en su temprana juventud, olvidando a sus amigos (Julián, La Pocha y Gallardo) y al que retorna devenido un artista plástico mundialmente reconocido , aunque después del cumpleaños de su ahijada Emilia y con el solo objeto de vender su casa familiar.  Pero, por un hecho artístico no comprendido, es declarado persona no grata en el pueblo.

Pronto, en este mundo cordobés de fernet, de chorizos, de locro, de humitas, de cuarteto, surgen episodios insólitos, alejados de la verosimilitud realista. Lo que parecía cómico se vuelve metafórico.  Gran contraste con el profundo sentido de pertenencia al lugar de origen, tan arraigado a la obra teatral y cinematográfica de Verdoia, así como lo es la presencia de los animales. Un elefante de circo que está en el pueblo aparece asesinado (como el paquidermo de George Orwell (1903-1950) símbolo de la metáfora del colonialismo) ¿Se puede eliminar de la tierra un ser tan enorme y memorioso? Terrible enigma para la identidad y para el pasado del personaje que regresa.    

En el pueblo se prohíben los tatuajes pero se acepta el circo que asociamos con el maltrato a los animales, un padre se despoja de su corazón para cumplir con el sueño de festejar el cumpleaños de su hija que rechaza profundamente el festejo. Chocan constantemente el amor familiar con el afecto de la amistad.   

Hay gran originalidad en este grotesco cordobés. A diferencia del grotesco criollo creado por Armando Discépolo (1887-1971), que se nutre de elementos del grotesco italiano y del sainete criollo, y muestra las condiciones de vida de los inmigrantes italianos que llegaron a Buenos Aires a principios del siglo XX, en el grotesco cordobés hay como una exageración del humor, de la tonada y de la música de la región.

El autor-director Franco Verdoia supo imbuir, a cada uno de los sensibles actores  que dan vida a la obra, la nada fácil habilidad de fundir lo trágico con lo cómico en sus voces y sus cuerpos. La escenografía de Alejandro Goldstein contribuye a esa atmósfera de irrealidad al mostrarnos algo más parecido a una oficina, en relación con la iluminación a cargo de David Seldes y Matías Sendón. ¡Gran trabajo de equipo!

Con sus numerosas nominaciones y la aclamación de crítica y público desde su estreno, el grotesco cordobés Matar a un Elefante (así como Late el corazón de un perro) está destinada a transformarse en un epítome de este nuevo género. Estela Telerman

Sábados a las 20.15
Teatro Metropolitan
Av. Corrientes 1343 – CABA
Duración: 60 min.
Entradas por Plateanet

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