LA REUNIFICACIÓN DE LAS DOS COREAS, teatro mínimo

Un continuado de escenas sobre el amor

La reunificación de las dos Coreas – Actúan: Mario Alarcon, Maruja Bustamante, Natalia Cociuffo, Pablo Lambarri, Esmeralda Mitre, Javier Pedersoli, Ingrid Pelicori, Agustín Rittano, Carolina Solari, Alejandro Viola – Voces en off: Silvina Quintanilla, Rolo Sosiuk  – Vestuario y Escenografía: Sebastián Sabas – Iluminación: Verónica Alcoba – Sonido: Gabriel Busso – Video: Matías Ferreyra – Autoría: Joël Pommerat – Dirección: Helena Tritek

Enseñaba Marshall McLuhan que las tecnologías de comunicación tenían un impacto directo en las culturas, moldeándolas incluso más allá del sentido de los mensajes que a través de ellos circularan. Muchas voces señalan que nuestra época es una cultura de la brevedad, de la fragmentación, de síntesis, de 140 caracteres, de ciudadanos con una capacidad de atención cada vez más acotada. Sin entrar en la consideración de hasta qué punto pueda ser acertado o relativo este diagnóstico, lo cierto es que el auge del así llamado microteatro, con obras de duración brevísima, parece estar muy en línea con este contexto.

Pero estamos aquí ante un caso particular: no se trata de una obra breve, sino de un trabajo de dos horas de duración, en cuyo transcurso se ofrece una veintena de escenas teatrales, independientes entre sí, cada una de ellas mínima en sí misma. Presentadas de manera continuada una tras otra, lo único que las enlaza es el uso de un mismo espacio escénico, absolutamente despojado -apenas un banco o un par de sillas-, y el hecho de que todas giran en torno de un mismo tema abordado desde lugares diferentes: el amor.

La pregunta es hasta qué punto resulta posible desarrollar una acción dramática que cuente una historia en no más de seis o siete minutos promedio. Probablemente no haya una respuesta definitiva, y de hecho hay aquí mismo escenas con mejores y peores resultados. El tiempo es solo una de las muchas variables que entran en juego, pero la apuesta  tiene sus riesgos, y acaso el mayor de ellos sea que las escenas naufraguen en la intrascendencia de aquello que es visto al pasar, como quien ve paisajes a través de la ventanilla de un tren en movimiento, sin tiempo suficiente para madurar cada situación antes de pasar a la siguiente.

Es curioso que este formato, que más allá de sus 120 minutos parece ser un abierto elogio de la brevedad, llegue precisamente de la mano del francés Joël Pommerat, autor mimado de la actual escena teatral, quien el año pasado ofreció Todo saldrá bien (1) Fin de Luis en el mismo Teatro San Martín, obra de cinco horas de duración que algunos elogiaron y que a nosotros nos pareció mortalmente tediosa. Aquí estamos en las antípodas, aunque el recambio permanente de escenas y personajes no es necesariamente garantía de dinamismo. Por momentos uno desea llegar a algún lugar, detenerse y adentrarse un poco más en estas escenas y personajes fugaces.

El amor planteado como un permanente desencuentro, como una meta elusiva, imprecisa, indefinible, es la constante de las historias que se cuentan. El título La reunificación de las dos Coreas es caprichoso y surge del texto de una de las escenas, pero nada tiene que ver aquí la política internacional, más allá de la alusión a volver a reunir dos cosas que han sido separadas en algún momento. Cuándo sucedió esto es algo que no sabemos. Pero el amor juega con esa idea de reintegrarnos a cierta unidad perdida e ideal, generalmente representada en la remanida idea de la media naranja o el alma gemela. Pero no es fácil: los malos entendidos, los desencantos, las carencias, aparecen multiplicadas en un juego de espejos en donde el espectador podrá sin duda reconocerse, dado que el amor es una experiencia que de un modo u otro nos ha atravesado a todos alguna vez.  Germán A. Serain

La reunificación de las dos Coreas
se dió hasta el 2 de septiembre 2018
Teatro San Martín
Av. Corrientes 1530 – Cap.
0800-333-5254

complejoteatral.gob.ar

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