LA DE VICENTE LÓPEZ, retrato costumbrista

Partiendo de un genial texto propio, el talentoso Julio Chávez dirige un destacado elenco

LA DE VICENTE LOPEZ - www.martinwullich.com
Actúan: Patricia Biurci, Santiago Caamaño, Leandro Castello, Julián DoreggerLuz PalazónElvira Villarino – Iluminación:   – Autoría, escenografía y dirección: Julio Chávez

A partir de un texto riquísimo, que abunda en expresiones cotidianas de una muy argentina clase media, donde no faltan María Laura Santillán, el negro Guerrero Marthineitz o los electrodomésticos de Rodó, Julio Chávez ha retratado el festejo de fin de año de familiares que intentarán pasarlo bien, pero cada uno llevará su drama a cuestas. Y todos competirán contra todos, haciéndose valer por si mismos, por lo que saben, lo que tienen a su lado o la plata de la que disponen.

En cualquier grupo familiar, social o empresarial estas disputas son habituales. Pero el humor añadido, por momentos cáustico, genera las más graciosas y efectivas situaciones, las que suelen ocurrir cuando nos vemos retratados o cuando hemos aprendido a reír de nosotros mismos. A la familia –madre, hijo, hija y tía-, se le suman esa noche un atractivo y vivaracho jovenzuelo –exportado de Uruguay y mantenido por la tía, la de Vicente López- y un insólito pintor, con problemas de comunicación, que permanecerá haciendo algunos trabajillos a falta de lugar a donde ir.

El relato avanza en un crescendo impresionante desde el tibio encuentro familiar hasta un caos irrefrenable. El sólo retrato de cada uno es desopilante. Estupendamente marcados por la dirección, parece increíble la junta -parafraseando a Pirandello- de estos seis personajes en busca de una sorpresa, de algo que los saque de la rutina, que modifique lo que les ha tocado en suerte.

El lucimiento y la actuación de cada intérprete es notable. Luz Palazón compone a la tía en cuestión llegando al cenit del personaje en el momento de su rapto xenofóbico contra el insípido uruguayito que representa atinadamente Santiago Caamaño. En tanto, Elvira Villarino lleva a la madre en su piel, más preocupada por ella misma y sus temas de salud que por todo lo que ocurre en derredor.

Patricia Biursi, en el papel de su hija, sufre por la religión, por su fe y su arrogada responsabilidad familiar y, también, por su hermano atrasado –notable Julián Doregger, en un punto preciso y sin exageraciones-, aunque poniéndole coto para que no moleste al asustadizo y estrafalario pintor que Leandro Castello personifica magníficamente.

La escenografía, diseñada por el mismo Chávez, refleja fielmente el ámbito de pertenencia de los personajes y crea -con la pareja iluminación de Cristina Lahet– el clima necesario para el desarrollo de esta fenomenal tragicomedia. Martin Wullich

Sábados a las 21
Domingos a las 19

Teatro El Camarín de las Musas
Mario Bravo 960 – Cap.
(011) 4862-0655
El elenco mencionado es de 2008, cuando se escribió esta crítica

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