Ya se ha dicho en otro momento que, prisioneros ambos de la insatisfacción, Fausto y Don Juan son dos figuras hermanadas, representativas ambas de un conflicto que acaso sea propio de la naturaleza humana: la sensación de que somos algo incompleto. Fausto busca conocimiento, Don Juan placeres carnales, pero los dos personajes poseen una validez que se ubica más allá de las geografías o los tiempos. Esta universalidad permite la traslación del Don Giovanni creado por Wolfgang Amadeus Mozart y su libretista, Lorenzo Da Ponte, a una época actual. Esta novedosa mirada es la que propone la versión que presentó Buenos Aires Lírica para la cuarta fecha de su temporada 2014, a partir de un notable trabajo escénico propuesto por Marcelo Lombardero.
La puesta en escena recurre a una interesante propuesta tecnológica, con una enorme pantalla en el fondo del escenario que permite establecer juegos de video y recrear diferentes contextos escenográficos, divididos a su vez en dos niveles, lo cual se presta sin embargo a algún equívoco, cuando por ejemplo Don Giovanni le pide a Donna Anna que baje hasta donde él está, según lo que expresa el texto del guión original, siendo que en escena es él quien aparece en el nivel superior y ella abajo. La propuesta también transita por momentos particularmente sórdidos (impacta el efecto logrado cuando Don Giovanni asesina de un disparo al Comendador) o directamente lascivos, todo lo cual hace de esta puesta un espectáculo que, si bien no parece apto para todo público, no podrá ser visto con indiferencia.
De todos modos, tanto hubo aciertos indudables como algunas cuestiones particularmente flojas, y acaso el punto más criticable en este sentido sea que en lugar de la temible estatua del Comendador, que debe sostener uno de los momentos más cruciales de la trama, durante la escena en el camposanto, se presentó una pobre parodia que se alejó por completo del concepto original. Del mismo modo, cuando Zerlina finalmente cae víctima de los bajos instintos de Don Giovanni, resulta inverosímil la escandalizada reacción de los participantes de la fiesta, presentada hasta un instante atrás como poco menos que una orgía, en medio de la cual una violación pasaría como algo casi esperable.
En cuanto a las labores vocales, el Don Juan de Nahuel Di Pierro y el Leporello del venezolano Iván García fueron los roles más destacados. Por su parte, el personaje de Donna Anna, encarnado por una sólida Oriana Favaro, fue planteado con un phsique du rol muy diferente al que uno hubiese esperado, pero vocalmente fue un trabajo irreprochable, al igual que la labor de Pedro Pablo Prudencio en la dirección musical. En resumen, se trató de una propuesta innovadora -y por eso mismo celebrable- más allá de los matices que siempre podrán sugerirse. Conociendo la peculiar personalidad del compositor, estamos convencidos de que a Mozart probablemente le habría gustado. Germán Serain
Fue el 22 de agosto de 2014
Teatro Avenida
Av. de Mayo 1222 – Cap.
(011) 4381-0662
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