La relación amorosa de un muchacho cuya amante es la mejor amiga de su madre es el tema de esta pieza creada y dirigida por Martha Clarke, basada en Chéri y El fin de Chéri, ambas novelas de la célebre escritora francesa Colette, escritas en 1920 y 1926 respectivamente. La relación se extiende por varios años en los que, por influencias de la madre, el joven contrae matrimonio con una mujer más joven y de mejor posición social y económica. Chéri debe ir al frente de batalla y al regresar, con una profunda depresión, es abandonado por su esposa. Como salida a esta situación la madre intenta un nuevo encuentro de los amantes.
Hay aquí una combinación difícil entre la danza y el teatro. La primera está acotada en un espacio delimitado por una gran habitación propia de obras de texto. En tanto, la faz teatral queda plasmada en los fragmentos relatados por Norma Aleandro, sobre los encuentros y desencuentros apasionados de los bailarines protagónicos. Alessandra Ferri interpreta la cortesana que dobla en edad al joven de 24, personificado por Herman Cornejo. La pareja de bailarines logra un atractivo resultado, con una química que genera un vínculo amoroso tan potente como destructivo.
La combinación de escenas de sensualidad y pasión, junto a los movimientos insinuantes de Ferri y la masculina y fuerte figura de Cornejo, atraen la atención no sólo en el baile -al que muestran con gran naturalidad- sino en las escenas donde deben poner en juego su faceta interpretativa, actoralmente, sin emitir palabra. En tanto, la presencia de Aleandro -con la expectativa de ver a una gran actriz- aparece desdibujada, con marcado tono irónico y por momentos jocoso, dejando a la platea sin entender el contraste en una situación enfrentada a la guerra, la depresión y los engaños, en franco camino hacia el dramático final.
La excelente pianista uruguaya Polly Ferman interpreta composiciones de Maurice Ravel, Richard Wagner, Morton Feldman, Claude Débussy y Federico Mompou. Es destacable la belleza de las partituras y su ejecución, aunque su combinación produce cierta linealidad sonora que por momentos nos lleva a la previsibilidad de la continuidad de los cciones.
La coreografía de Clarke aporta un eje de belleza y precisión, apoyada en la ejecución de dos eximios bailarines, que les permite entregarse a los distintos estadios de la trama con distinta intensidad teatral. La iluminación realza el clima con un diseño muy logrado por Christopher Akerlind, generando momentos anímicos con fuerza e intensidad. La calidad interpretativa y talento de cada artista en su rol, nos pone frente a una buena oportunidad de disfrutar la danza clásica, abordando incluso lo sexual sin dejar de lado la técnica tradicional. Sergio Boaglio
Se dio hasta el 17 de noviembre 2014
Teatro Maipo
Esmeralda 443 – Cap.
(011) 5352-8383
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