La pianista china Yuja Wang es un regalo para todos aquellos que aman el piano y la música en general. Nacida en Beijing, hija de una bailarina clásica y un percusionista, entiende la música como un camino de desarrollo personal. Wang comenzó su educación en China. A partir de los 12 años, la continuó en Canadá y Estados Unidos. “Soy una esclava de la práctica” ha dicho en numerosas oportunidades esta intérprete que no saltó a la fama por el camino de los concursos sino por un reemplazo: sustituyó a Martha Argerich en el Concierto para piano n.º 1 de Tchaikovsky con la Sinfónica de Boston en 2007. Alumna de Gary Graffman -quien a su vez lo fuera de Horowitz-, Yuja ama a Martha Argerich, a Glenn Gould, a Vladimir Horowitz, a Mikhail Pletnev y a Arcadi Volodos.
Su sentido innato del espectáculo la lleva a gestos sumamente escénicos que van desde su ya célebre estilo para vestirse a la forma en que saluda, sus gestos al piano o el suspenso generado previo a su aparición en escena. Su virtuosismo no es mero show sino parte esencial de su ser. Estamos frente a una artista generosa que disfruta de los bises y de la interacción emocional tanto con el público como con los músicos que la rodean.
La Mahler Chamber Orchestra -MCO- es un proyecto independiente de financiamiento privado. Fundada en 1997 por iniciativa de Claudio Abbado y gobernada por sus propios músicos, esta orquesta reparte su actividad entre conciertos, proyectos de ópera, grabaciones, música de cámara, colaboraciones con directores y artistas, docencia y proyectos de realidad virtual. Desde 2024, Yuja Wang es socia artística de la MCO.
La presentación comenzó con la Obertura Coroliano de Ludwig van Beethoven, elección perfecta por su claridad y potente sonoridad, que dejó el terreno preparado para el contraste con el Concierto para piano n.º 2 en fa menor, op. 21 de Frédéric Chopin, en el que Yuja Wang dirigió desde el piano como muestra de colaboración mutua, interconexión y trabajo grupal. Es claro que la orquesta se puede manejar perfectamente sola con marcaciones internas, pero la corporalidad de la pianista y el aliento compartido aportan interés a una experiencia novedosa para el público donde el nivel de la ejecución no está en riesgo.
Yuja Wang es una superdotada para el piano. Poseedora de una fuerza y velocidad que le permiten navegar pasajes complejos fácilmente, sorprendió con su sofisticado y personal estilo interpretativo, a la vez que se mantuvo fiel a los aspectos estructurales de la música de Chopin. El resultado fue una versión sublime y creativa de este concierto en el cual el pianista tiene todo el trabajo duro en sus manos. Unos mínimos desajustes iniciales permitieron ver en este equipo de solista/ensamble una capacidad de resolución inmediata sostenida desde la excelencia musical y el afecto que se tienen entre sí.
La segunda parte del concierto se inició con Dumbarton Oaks (1937), concierto de cámara de Igor Stravinsky, a cargo de la Mahler Chamber Orchestra. El nombre proviene de una propiedad de Robert y Mildred Barnes Bliss, en Washington DC, quienes encargaron la obra para su trigésimo aniversario de bodas. El estreno fue dirigido por Nadia Boulanger pues el compositor estaba hospitalizado con tuberculosis. Esta composición neoclásica para quince instrumentos -en la que se alternan momentos solistas y grupales- es una maravilla que remite, en algún punto, a los Conciertos Brandenburgueses de J. S. Bach. Hay ritmos de danza, texturas, planos sonoros y efectos tímbricos. Todo es de gran complejidad y permitió el lucimiento con solistas premium.
Le siguió el Concierto n.º 1 en si bemol menor, op. 23 de P. I. Tchaikovsky. Yuja ha dicho que ama a este compositor, a quien conoció gracias a su madre, bailarina de ballet: «Lo primero que escuché en mi vida fue El lago de los cisnes”. Su acercamiento al concierto fue potente, profundo, y con total dominio de terribles pasajes como las octavas dobles. El segundo movimiento, tomado a un tiempo más lento de lo habitual, mostró a la pianista y a los solistas en profunda comunión y disfrute. El movimiento final, con sus guiños folk, le permitió desplegar su virtuosismo y musicalidad al máximo.
El público enloqueció en una standing ovation. Como respuesta, pianista y orquesta ofrecieron un regalo inesperado; casi podríamos decir que hubo un tercer acto del espectáculo. De hecho, a la agrupación se sumó un baterista (algo habíamos imaginado al ver su instrumento cubierto con una tela durante todo el concierto). Esta sección incluyó el final del Concierto No. 4, op. 56 de Nikolái Kapustin, complejísima obra con efectos que remiten al jazz, lo cual llevó a muchos a pensar que se trataba de Gerschwin. Podemos decir que Kapustin está de moda en los programas de concierto actuales, algo muy merecido para este genial pianista y compositor ruso muerto hace 5 años.
Finalmente, con la batería en acción y la suma de efectos sonoros realizados por otros miembros de la orquesta, escuchamos el Danzón No. 4 de Arturo Márquez. Los músicos recibieron una larga y muy merecida ovación mientras se abrazaban entre sí.
Dijo Yuja Wang: “Hay quien me ve como un sex symbol de la música clásica. No me importa y quizás sea yo misma quien ha contribuido a generar esa imagen. Simplemente hago música, simplemente toco el piano y es innegable que hay música sumamente sensual como lo son algunas armonías de Mozart, por ejemplo”. Y observó que «hay un cliché acerca de los músicos asiáticos, una y otra vez se repite que tienen una gran técnica pero poca expresividad. Ese estereotipo es absurdo y racista. El origen de un intérprete no debería tener nada que ver a la hora de valorar su musicalidad “.
Quizás estas frases de la genial Yuja para Platea Magazine sirvan a los aún numerosos catadores de calidad que no logran soltar a Rubinstein, Callas, Arrau, Plisétskaya, Nureyev, Larrocha o tantos genios más en su eterno capricho de utilizarlos como vara para medición de los artistas actuales. “Todo tiempo pasado fue mejor” parece ser el mantra de muchos que añoran, quizá, su propia juventud y tiñen con esa nostalgia cada comentario sobre el presente. No cabe duda de que sus idolatrados referentes eran más modernos y abiertos que ellos. Martín Roig
Fue el 13 de junio de 2025
Teatro Colón
Libertad 621 – CABA
(011) 4378-7100
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