UN GUAPO DEL 900, guapos eran los de antes

Discreta puesta en escena del clásico de Samuel Eichelbaum

Un guapo del 900 – Actúan: Juan Manuel Correa, Patricia Durán, Gabriel Fernández, Celeste García Satur, Darío Levy, Miguel Sorrentino – Música en escena: Carla “Char” Vianello –Coreografía: Mecha Fernández – Música: Mariano Cossa – Vestuario: María Armentano – Iluminación: Horacio Novelle – Escenografía: Alejandro Mateo  – Dramaturgia: Samuel Eichelbaum – Adaptación: Roberto “Tito” Cossa – Dirección: Jorge Graciosi

En una noche de luna llena se desarrolla el drama de un guapo de principios de siglo veinte. La política y los favores derivados de esta parecen dominarlo todo. En el centro, una mesa, sillas y objetos varios dan a entender al público que es el hogar de una humilde familia de los arrabales porteños; esto contrasta notablemente con el cómodo chaise longue y el biombo hacia la izquierda, y el fino escritorio y el puff hacia el flanco derecho. Los acordes de fondo de un bandoneón (ejecutado por Carla “Char” Vianello) dan a la escena un aura del Buenos Aires de antaño.

Tal es el clima escénico que el Teatro Nacional Cervantes ofrece para Un guapo del 900, acaso la obra más conocida de Samuel Eichelbaum (1894-1967), con dirección de Jorge Graciosi sobre la adaptación del recientemente fallecido Roberto “Tito” Cossa. La obra ha sido llevada al cine en más de una oportunidad, como por ejemplo las versiones de 1960, con dirección de Leopoldo Torre Nilsson y Alfredo Alcón como Ecuménico López; y la de 1971, dirigida por Lautaro Murúa y con Jorge Salcedo en el rol principal. Sería muy largo mencionar los repartos de ambas versiones, pero baste con esos pocos nombres para tener dimensión de la calidad actoral de esas producciones. Es cierto: las comparaciones son odiosas, pero a veces son tristemente necesarias.

Si bien la puesta del Cervantes respeta la atmósfera de un Buenos Aires de los albores del siglo veinte, lo que transmite es algo muy diferente. Juan Manuel Correa, un excelente actor, construye un Ecuménico López que parece más una parodia pergeñada por Pepe Iglesias que el resultado de un trabajo serio de personificación. Se queda en una pobre aproximación, y por momentos uno no sabe si reírse o contenerse.

Más creíble y en marcado contraste con Ecuménico es el papel de Alejo Garay (Gabriel Fernández), mucho menos estereotipado que el italianísimo Bravatto (Darío Levy). Distinto es el caso de Edelmira (Celeste García Satur) y Clemente Ordóñez (Miguel Sorrentino), flojos ambos y poco contundentes en sus roles de amantes. O el de Natividad (Patricia Durán) quien, salvo algunos pasajes de la obra, no llega a convencer ni a conmover.

Son justamente Ecuménico y Natividad los personajes que escénicamente ocupan el lugar central (recordemos la ubicación del hogar de madre e hijo); sin embargo, distan de llevar algo de verdad en sus caracterizaciones y ponen en riesgo el mérito de la totalidad de una obra cuya temática sigue vigente aun con el paso de las muchas décadas desde su publicación. Viviana Aubele

Jueves a domingo a las 20
(hasta el 11 de agosto de 2024)
Teatro Nacional Cervantes 
Libertad 815 – Cap.
(011) 4816-4224
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