Giselle – Bailan: Sofía Menteguiaga (Giselle), Facundo Luqui (Albrecht), Tomás Carrillo, Analía Sosa Guerrero, Iara Fassi, Ludmila Galaverna, Gastón Bongiovanni, Federico Nahuel Cáceres Iglesias, Marcone Fonseca, Ingrid Molea, Guadalupe Ojeda Chaparro, María Eugenia Pommorsky, Lorena Sabena, Nicolás Scianca, Sofía Sciarata, Agostina Sturla – Música: Adolphe Adam – Iluminación: Martín Rebello – Coreografía y Vestuario: Jorge Amarante – Dirección General: Karina Battilana
Hay determinadas obras que el devenir de la historia ha convertido en piedras de toque para los intérpretes, difíciles bastiones que constituyen un verdadero desafío, cuyo abordaje a destiempo puede conspirar contra el futuro artístico de quien lo asume. Pero a la vez, la fascinación de estas piezas maestras inspira nuevas miradas desde la contemporaneidad, enfoques que tratan de conciliar una historia concebida en el siglo diecinueve con la realidad actual.
El próximo 28 de junio se cumplirán ciento ochenta años del estreno del ballet Giselle en París. Producto típico del romanticismo más acendrado, subió a escena interpretada por Carlota Grisi como la aldeana y Lucien Petipa como Albrecht, el infame que la enamora y desengaña. Todos los cánones del estilo romántico estuvieron presentes: una historia trágica, una protagonista etérea y sufriente, el elemento folclórico, el bosque, los personajes fantásticos (las willis), y el amor que protege y salva más allá de la muerte.
¿Funciona este esquema en la actualidad? La respuesta es sí, indudablemente. Giselle sigue en repertorio en todas las compañías del mundo, es el ballet elegido por muchas estrellas para retirarse de la carrera, y es la meta artística de millones de bailarinas. Lo cual no es óbice para su válida relectura por coreógrafos como Mats Ek (1982) o Akram Khan (2016), autores de versiones que ostentan un perfil psicológico o enarbolan consignas sociales.
Jorge Amarante tiene en su haber numerosas creaciones de estilo clásico y contemporáneo: Carmen, La Patriótica, Pájaro de fuego, Grapa Tango, Estío, Shock stop rock, Claroscuro, Tangueándonos, Juan Moreira, entre otras. Su carrera como coreógrafo se desarrolló en paralelo con su labor como bailarín del Ballet Estable del Teatro Colón –elenco del que fue co-director junto a la gran Olga Ferri- y la de Director Artístico en el Ballet de Monterrey. Al frente de la compañía que lleva su nombre, sin prisa pero sin pausa va avanzando en el camino del emprendimiento privado, una tendencia que en materia de danza últimamente ha cobrado bastante fuerza en nuestro medio.
¿Qué nuevo enfoque aporta el trabajo de Amarante sobre Giselle, además de ser una versión casi camarística? Conversamos con él en medio del ritmo apremiante de los ensayos:
– ¿Qué te motivó a encarar una nueva coreografía para Giselle?
– Giselle es una obra que siempre me atrajo por su dramatismo. Un ballet que a pesar de ser romántico no ha pasado de moda, por el refinamiento de su estética y la expresividad artística que necesitan los intérpretes. Esto la convierte de uno de los ballets más difíciles. Todos estos condimentos más el hecho de haberla bailado varias veces en su versión clásica y tradicional, me llevó a trasladar al extraordinario personaje central de Giselle a una época mucho más actual.
– ¿Cuáles serán los puntos novedosos de esta versión?
– Trabajé basándome en una de las versiones más originales de la partitura de Adolphe Adam, donde hay pequeños fragmentos que en la actualidad no se integran en las versiones clásicas. Además, mi versión tiene ciertos detalles argumentales que transforman a Giselle en un personaje más real. Por ejemplo: la escena de la locura sigue estando, pero ella no se vuelve loca. Ella no muere por un ataque al corazón, aunque si tiene un final trágico, ya que más allá del engaño de Albrecht él está a la espera del nacimiento de su hijo con Bathilde, lo que desencadena la decisión de la propia Giselle de dar un paso al costado quitándose la vida, pese a su crianza religiosa.
La propuesta es contemporánea, y quizás de mis obras integrales sea la que más está dentro de este lenguaje. Mi formación ha sido clásica, aunque al momento de coreografiar siempre me mantuve entre el contemporáneo y el neoclásico. Para esta obra he tratado de combinar lo contemporáneo y lo etéreo, sobre todo para el segundo acto. Lo importante para mí fue no perder la esencia de la obra tradicional. Creo que es para un público muy amplio, justamente porque busqué el equilibrio, que Giselle siga siendo Giselle.
– ¿Será una versión completa o acortada en su duración?
– Desde lo narrativo será una versión completa, ya que haremos transitar al espectador por todas las escenas importantes del argumento del ballet tradicional. Pero será acortada musicalmente, para darle mayor dinámica a la obra.
– ¿Cómo solucionaron el tema de la falta de distanciamiento, qué protocolos aplicaron?
– Usamos lo básico, lo que se está usando en todos lados: barbijo o tapaboca -un punto delicado por la respiración de los bailarines-, la limpieza del espacio de ensayo, etc. Integran la compañía quince bailarines, pero nunca están todos juntos en escena.
– Esta Giselle marca el regreso a los escenarios de Sofía Menteguiaga, una gran bailarina argentina de trayectoria internacional. ¿Por qué la elegiste?
– La decisión de lanzarme a montar esta versión estuvo en gran medida condicionada a la aceptación de que Sofía bailara el protagónico. Giselle es un personaje muy difícil por su técnica, pero sobre todo por su interpretación y la carga emocional que debe prevalecer en toda la obra. La protagonista es quien constantemente aporta tensión, ya que pasa por conflictivos momentos. No es una obra para todas las bailarinas. Y en esta versión particular debe conjugar el conocimiento de la técnica contemporánea y clásica. Todo esto lo tiene Sofía. El binomio protagónico de la obra se cierra con el gran trabajo y aporte del joven y talentoso Facundo Luqui, su frescura le da el condimento justo para desencadenar esta gran tragedia. Para mí fue un gran desafío llevar a cabo este trabajo: cada vez que escuchaba la música venían a mi mente los pasos de la versión clásica que tantas veces bailé. Con toda esta carga y el tiempo que me tome para aprender a escuchar la música desde otro lugar, siento que descubrí una nueva composición musical. Como un mundo paralelo… siento que a pesar de mi edad y haber transitado casi toda mi vida en el mundo de la danza, Giselle me ha abierto una nueva puerta y un aprendizaje invalorable.
– 2020 fue un año particularmente difícil para la cultura. ¿Lo fue también para este proyecto?
– A la cultura no se le da nunca la importancia que tiene dentro de nuestra sociedad, aunque está demostrado que es un respiro para el alma de cada individuo. Giselle es un proyecto grande para mí desde lo coreográfico. Pero estoy seguro de que sería aún más grande no teniendo dificultades económicas. Al tener una solvencia económica uno podría tener a bailarines en forma permanente, desarrollar proyectos con los tiempos adecuados para la creación, montar espectáculos cada vez más innovadores con diversas estéticas y tecnologías, y así superarse día a día. Pero siempre de mis obras saco grandes satisfacciones, sigo encontrando cómplices que se sumen a los nuevos proyectos, y entidades y personas que siempre quieren colaborar y sumar esfuerzos para contribuir de forma positiva a nuestra sociedad.
– ¿Qué consejo le darías a alguien que quiere dedicarse a la coreografía?
– No hay orgullo más grande que lograr las metas propuestas. Para esto hay que saber escuchar lo que suena desde adentro de uno mismo y desde otras personas, trabajar en equipo y tener hambre de aprender y ser uno mismo cada vez que se presenta una coreografía. Siempre fui autodidacta aprendiendo sobre todo de mis errores. En la variedad está la riqueza y en este pequeño mundo del arte debe de haber lugar para todos.
Chile, Estados Unidos, Bélgica, Buenos Aires… la danza llevó a Sofía Menteguiaga por caminos muy distintos. También el Ballet del Colón y el del San Martín contaron en sus filas a esta longilínea bailarina, dueña de un personalidad y técnicas impactantes, que ahora será la protagonista de esta novedosa Giselle. Hablamos con ella.
– ¿Qué versiones contemporáneas de Giselle bailaste?
– Es la primera vez que tengo la oportunidad de interpretar una versión contemporánea y estoy fascinada. Durante mi carrera bailé Giselle en muchas oportunidades, pero siempre en su versión clásica.
– ¿Cómo es el trabajo con Jorge?
Lo que más valoro del trabajo con Jorge es el respeto, la admiración y el profesionalismo con el que nos manejamos. Amo llegar al ensayo y percibir esa seguridad y claridad; si bien hay un intercambio súper enriquecedor, Jorge sabe qué es lo que quiere y hacia dónde va. Me da la libertad y el lugar para realizar aportes desde lo artístico, que creo son sumamente importantes a la hora de interpretar un rol tan complejo y con tantas facetas como lo es Giselle.
– ¿Qué sensaciones te despierta bailar nuevamente en tu país, y por qué volviste a bailar luego de tu decisión de retirarte?
– Bailar en Argentina tuvo siempre una carga emotiva muy grande para mí, es hermoso poder compartir lo que más amo hacer en el mundo con mis afectos más cercanos y con la calidez única del público argentino. Creo que dejar de bailar fue una simple formalidad que significó mi retiro de las grandes compañías, abriéndome paso a una nueva etapa como artista independiente en la que puedo evaluar y elegir qué proyectos me resultan interesantes.
Sábado 6 de marzo 2021
Teatro El Nacional
Av. Corrientes 960 – Cap.
(011) 4326-4218
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