KARITA MATTILA, fineza finlandesa

La soprano brilló descalza y simpatiquísima

El recital de la cantante finlandesa Karita Mattila -convocada por el Mozarteum Argentino- no sólo fue un derroche de potente lirismo, sino una demostración de gran histrionismo. Con las canciones de Brahms, particularmente en la entonación de Wiegenlied, comenzó a subyugar para dejar templada la exquisita interpretación de tres títulos de Henri Duparc, cantados con profundo sentimiento.

La primera parte finalizó  con Sola, perduta, abbandonata, de la ópera Manon Lescaut de Giacomo Puccini, en la que ya marcó su impronta de increíbles juegos vocales junto a su notable costado actoral. Acompañada con excelencia por el notable Martin Katz, siguió con tres canciones de Jan Sibelius, una cantada en finés y las otras en sueco. Hizo esta aclaración una vez terminadas y comentó –en inglés- otros detalles del compositor diciendo que estaba encantada de traer este segmento de su Finlandia natal, de quien es respetadísimo y tratado como un héroe musical, como una leyenda.

Luego, cada vez más metida en los personajes, con su voz creciendo en potencia, Karita Mattila hizo una encantadora Canción a la luna, de la ópera Rusalka, de Antonin Dvorák y finalizó el programa con sus Canciones gitanas, op. 55, a las que les impuso hasta un sesgo coreográfico. No trepidó en quitarse aros y alhajas, que depósitó junto a su chal sobre el piso del escenario, para cantar con mayor libertad de movimientos, acomodando con gracia su negro vestido strapless.

En el momento de los bises, la soprano se mostró más adorable aún, cuando se arrodilló y tocó el piso del escenario, homenajeando exultante al teatro y a Buenos Aires, recordando su anterior visita. Jugando y divirtiéndose con un ramo de flores que apoyaba en delicado equilibrio sobre la inclinada tapa del piano, llegó incluso a descalzarse.

Comentó alegre la relación del tango que une a Finlandia y Argentina y  cantó Satumaa. Antes se llevó por delante sus zapatos, que fueron a parar abajo del piano. Sin hacerse problema alguno, dejando de lado cualquier divismo, la deliciosa Karita gateó hasta llegar a ellos, y muy divertida con el episodio terminó entregando  sonrisas y besos por doquier (ver video).

Preguntó si querían otro bis con ópera y siguió O mio babbino caro. Generosa y feliz, Karita Mattila terminó con una divertida canción finesa que habla de un hombre con bellos ojos azules, pero es bizco (antes preguntó como se dice en español). En ésta, hasta Katz sorprendió con una graciosa participación actoral, para coronar una noche en la que Karita dio pruebas de profesionalismo y cariño. Divina. Martin Wullich

KARITA MATTILA - Satumaa - www.martinwullich.com
KARITA MATTILA - Wiegenlied - J. Brahms - www.martinwullich.com

Fue el 31 de julio de 2013
Teatro Colón
Libertad 651 – Cap.
(011) 4378-7100
Mozarteum Argentino
teatrocolon.org.ar

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