La experiencia teatral comienza minutos antes de llegar a la “sala”. Casi como el encuentro con una secreta logia, a la que solo es posible llegar enviando un mail, los elegidos –16 como máximo- iremos arribando al punto indicado, a no más de una cuadra del destino final. Merodeando por ahí podría haber alguno que llegó antes… -che ¿vos estás para ver la obra?- y la respuesta: -Si, ¿este es el lugar de encuentro? –Ahá, parece que sí…- De pronto, sutilmente, llega un tal Pablo, nos pide que esperemos a algún rezagado y luego, en fila india, nos escolta hasta el misterioso reducto, que bien podría ser la casa de cualquiera, en un primer piso por escalera.
Ya disfrutando la intimidad, comienza la función, donde aparece un profesional elenco, para contar una historia con mucha magia y ternura. Una mujer con acento extranjero está armando un jardín, con sinnúmero de detalles, rosas chiquitas y hasta fuentes, en una maqueta que se imagina impresionante –a la francesa, casi un parque- pero jamás se ve pues fue armada en el primer piso y la vista sólo llega al balcón del cual cuelgan un par de macetas. En ese lugar está –hasta que deja de estarlo- el vidrio del título que tiene una enorme significación de la cual nada conviene decir.
Cada uno puede sacar sus conclusiones también del Coro de Hombres al cual pertenece uno de los protagonistas y que por alguna razón nada le ha contado a su hermano. O de la mujer de este último que insiste en conseguirle pareja a la otra y vive ilusionada con un viaje que parece pura promesa. O del particularísimo y perceptivo director de ese coro, con una muerte en su haber, interpretado magnífica y graciosamente por Gabriel Urbani. Destacable en su naturalidad es la actuación de Emiliano Pandelo, y Sophie Tirouflet impacta con su simpático decir, ideal para el personaje. Verónica Mc Loughlin ha dirigido con el ritmo acorde al parejo elenco, donde también cumplen sobradamente su papel Lorena Tarelli –imperdible hacia el final- y Francisco Benvenuti.
En ciertos momentos, a la manera de la farsa, algunos personajes se dirigen al público para aportar un detalle. Un espacio muy bien diseñado, iluminación precisa considerando mínimas posibilidades, sonido acorde y vestuario creativo terminan de dar forma a la interesante experiencia, demostrando lo mucho que se puede hacer con tan poco. Eso es el teatro off y su maravillosa gracia. Martin Wullich
Se dio hasta fin de 2012
Espacio Soltá
Palermo Hollywood – Cap.
(15) 4434-5002
vidriocolorado@gmail.com
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