Dspués de Inevitable, la nueva obra de Carla Mitre, Si Evita viviera, hace foco en la vida de Eva Perón, la mujer más importante de la historia política y social de Argentina. Sobre el rico argumento, con dirección y puesta en escena de Gabriel Devoto, el grupo Darabake aborda esta mirada desde una madre militante de la época y la misma Eva. Ambas transitan la historia entre 1955 y el retorno democrático al país.
El cadáver de Eva Perón es devuelto a su esposo en septiembre de 1971. Con un importante féretro ubicado en el centro del escenario, el cuerpo de Evita es revisado y restaurado en su estado de momificación. En Argentina, una familia peronista espera con ansias el retorno del general Perón, quien muere al poco tiempo. Con la voz en off -en edición de Guido Bernasconi- de la misma Eva, entramos en los años en que transcurre la historia.
La madre, interpretada linealmente por Katty Giannullo, transmite a su familia devoción por Eva. Su hija, interpretada por Ana julia Plastine, despreocupada de la política, no comparte sus ideas. Su hijo –Gastón Perea– es un fuerte militante de la juventud peronista del momento, quien sufre la persecución y posterior desaparición. El cadáver, a punto de ser repatriado, es entregado a su hermana Blanca –Valeria Milei– en Puerta de Hierro, España.
Allí, la momia de Eva, muy bien interpretada por Lourdes Isola, se incorpora y cuenta lo que pasó en el periplo del cadáver por distintos lugares de Buenos Aires, hasta llegar a Europa. Cuenta las vejaciones sufridas y los intentos por deshacerse de cualquier rastro. Es donde la puesta cobra mayor fuerza, al igual que en una muy sólida escena de diálogo entre Eva y Pedro Eugenio Aramburu –Gustavo Siri– ya vecinos en el cementerio de la Recoleta, con fuerte intercambio de palabras y pase de facturas sobre hechos en los que sus vidas se cruzaron. Ambos actores se destacan y transmiten profundamente.
Se produce la recordada masacre en Ezeiza con el regreso del General Perón. La pieza toma un giro rápido hacia la actualidad, pasando por los gobiernos militares, rápidas escenas sobre persecuciones y desaparecidos -entre ellos el hijo de esta familia- y el comienzo de las Madres de Plaza de Mayo. Un pañuelo se convertirá en símbolo y -frente a la bóveda de Eva- la hija de aquella madre peronista lo esgrimirá en sentido homenaje de lucha. La escenografía es sencilla aunque genera bien los climas, con la precisa iluminación de Carlos A. Lopez y el prolijo vestuario de Pablo Figueroa que nos ubica históricamente. Sergio Boaglio
Si Evita viviera
se dio hasta junio 2013
Teatro Liberarte
Av. Corrientes 1555 – Cap.
(011) 4375-2341
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