Réquiem (estreno mundial) – Ópera encargada y producida por el Teatro Colón – Compositor: Oscar Strasnoy – Intérpretes: Santiago Bürgi, Mario De Salvo, Cristian De Marco, Jennifer Holloway, James Johnson, Siphiwe McKenzie, Brett Polegato y Damián Ramírez – Música: Oscar Strasnoy – Libreto: Matthew Jocelyn, basado en Réquiem para una monja de William Faulkner – Escenografía: Anick La Bissonière y Eric Oliver Lacroix – Vestuario: Aníbal Lápiz – Iluminación: Enrique Bordolini – Dirección musical: Christian Baldini – Dirección de escena: Matthew Jocelyn
Muy sutilmente, las notas iniciales compuestas por Oscar Strasnoy aparecen sugerentes, creando un clima que impresiona y va in crescendo para presentar los primeros parlamentos de una historia cuyo devenir será tremendo, como su explícito lenguaje. “¿Dónde vive esta puta?” inquiere él y ella responde con otra pregunta “¿Vas a quemarle el pie con un cigarrillo?”. El uso de populares expresiones cotidianas es notablemente llamativo. Así se habla de un “cogedero de lujo” refiriéndose al burdel, o en local adaptación alguien se pregunta “¿quién mierda se puso en pedo?”.
En un relato apasionante -aunque algo confuso-, basado en Requiem for a nun de William Faulkner, aparecen la mentira y la cobardía, los laberintos de la justicia, los crímenes y los pecados, las presiones sociales y los placeres prohibidos, el arrepentimiento y la esclavitud sexual, en un trágico periplo hacia el encuentro de la paz interior purgando culpas pretéritas.
La visión de los integrantes del estupendo Coro Estable del Teatro Colón, que dirige Miguel Martínez, se presenta en un nivel superior de la escenografía inteligentemente diseñada. Aparecen y desaparecen mágicamente con un efecto lumínico, según los requerimientos de la partitura, cantando el Réquiem del título en latín –sobretitulado en la misma lengua- que pide el descanso eterno y la luz perpetua. Fue llamativo que otra luz –menos perpetua, seguro- se notara en un momento donde se oscurece la presencia del Coro… ¿quizás el celular de algún coreuta?
Este Réquiem es de una imponente teatralidad, clara tendencia de la ópera del siglo XXI tal como se vió en Calígula de Glanert, y su música recrea climas en forma notable, sin mayor preponderancia de líneas melódicas o cantables, aunque el aria Red, ¡oh Red! es absolutamente subyugante. En ese aspecto, la mezzosoprano estadounidense Jennifer Holloway mostró un sobresaliente dramatismo, unido a una voz potente y exquisitamente formada, que hizo eclosión en la expresión cantable de su personaje -Temple Drake- cuando habla de su sexo hambriento, de su secreta y deseosa carne.
No le fue en zaga la soprano canadiense Siphiwe McKenzie, como Nancy Manigoe, en muy buena caracterización y emisión de su particular timbre. El resto del elenco –tanto extranjero como local- cumplió dignamente la premisa marcada por la situación escénica. La Orquesta Estable transmitió en todo momento el preciso sentimiento trágico, dirigida por Christian Baldini, y fue destacable también el trabajo de Matthew Jocelyn en la dirección teatral. Martin Wullich
Fue el 10 de junio de 2014
Teatro Colón
Libertad 651 – Cap.
(011) 4378-7109
teatrocolon.org.ar
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