Un artista de estos tiempos vuelve sobre técnicas y soportes tradicionales en los cuales evidencia su refinado uso de la acuarela, el lápiz, y el gouache para crear universos donde parece haber una distopía, pero también deja espacio para el juego y la pregunta irónica. En épocas donde parece difícil captar el concepto de una obra solo a través de la observación de sus formas, Federico Porfiri (egresado de IUNA) fusiona perfectamente la forma, el sustrato sensible de cada imagen con las ideas que se pueden extraer de ellas, aunque también nos abre al terreno de la libre interpretación.
Lo lúdico aparece una vez más con su faceta ácida, mostrando entornos de guerra, de enfrentamientos armados; el artista retrata estas circunstancias como vistas por los ojos de un niño que no comprende el carácter trágico de lo que observa. En este caso Porfiri lo comprende perfectamente, aunque prefiere optar por otra vía para hacer oír su voz: “se vale de la metáfora y del oxímoron para poner de manifiesto una subjetividad que, frente a todo lo que amenaza, lucha por mantenerse en pie. Y lo logra”, enfatiza la crítica de arte Elena Oliveras. Así, observamos la ingenuidad de su propuesta visual en contraste con la agresión contenida de forma velada en las pinturas.
Aturdidos por las nuevas tecnologías, muchas veces no nos detenemos a apreciar una obra de arte en toda su dimensión o lo hacemos superficialmente. Esta muestra requiere aunque sea una segunda mirada sobre cada cuadro para determinar qué realidad propone hacer visible su autor. El socotroco es una figura que cobra relevancia en la experimentación de este artista, hace alusión a esa palabra comodín que muchas veces usamos en la lengua cotidiana. Según el diccionario significa “trozo grande”, pero ¿de qué? ¿Estará jugando el dibujante en el terreno de las indefiniciones, aquello que resulta difícil clasificar? La figura del socotroco podría estar señalando ciertas ambigüedades e incertezas que hallamos en el ámbito del arte contemporáneo. Las figuras de Porfiri llaman a poner el acento en la forma, y lo geométrico es aquella base desde la cual el artista avanza en su camino creador.
La acuarela es el medio que elige el pintor con más frecuencia. La muestra recoge su trabajo experimental de los últimos cinco años (2013-2017). La pintura y la ilustración dialogan en sus cuadros, ya que él es convocado por editoriales para ilustrar muchas veces libros infantiles. En cuanto al sentido de La guerra diseñada nos encontramos con un lápiz que es a la vez un misil, evidenciando tanto su poder creador como destructor. Retrato con jopo y Hombre chimenea apelan al humor en forma directa y acentúan la habilidad que tiene Porfiri para manejar las figuras humanas con pequeñas distorsiones que las convierten en personajes salidos de un mundo de sueños o de un relato fantástico.
Por otra parte, sus paisajes y construcciones mezclan lo irreal y lo real como si no hubiera contradicción entre ambos mundos. Seres que sacan humo, formas que se disuelven, casitas como de cuento de hada, con un componente que descoloca, construcciones como caras y rostros como construcciones. Sus cuadernos con bocetos son otro punto para resaltar ya que contienen esas pequeñas obras donde uno puede seguir el proceso artístico en evolución. En suma, los trabajos que aquí se reúnen nos abren a un mundo mágico sorprendente en el cual lo aterrador se corre a un costado para dejar que la imaginación vuele y nos rescate del abismo. Milly Vázquez
Se exhibió hasta 15 sept. 2017
Biblioteca del Congreso de la Nación
Alsina 1835 – Cap.
bcn.gob.ar
Esta es la cuarta muestra individual de Federico Porfiri. Realizó tres muestras individuales en la Ciudad de Buenos Aires: El juego de las tramas en 2012 y Cuál es la respuesta a la pregunta en 2014, ambas en Espacio Y Lugar Cultural. En 2015 Elección personal en Galería Imada.
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