Un conciso cuento del escritor checo Franz Kafka se transforma en una efusiva obra que fusiona la actuación y el baile contemporáneo con inmediata llegada al espectador. Si bien el inicio es desconcertante, en poco tiempo la emoción y la invitación a la reflexión se hacen presentes.
El arriesgado director Federico Ponce toma un pequeño texto y pone en escena una presentación multi disciplinaria con un numeroso grupo de artistas. Once jóvenes, que no emiten palabras, pero expresan todo con sus cuerpos, representan esos once hijos tan dispares y misteriosos, expuestos uno a uno por este particular padre de emociones encontradas frente a las cualidades de cada uno.
El rol protagónico está a cargo del talentoso Pablo Caramelo, certero y expresivo, sin fisuras en su interpretación. La puesta es muy minimalista: un cordón de luces dibuja un cuadrilátero en el piso donde se plasma la pieza, y solo hay una silla como toda escenografía. Acompaña una muy buena iluminación, que remarca cada escena de la trama. También es destacable el uniforme vestuario: trajes negros y camisas blancas, corbatas y anteojos negros como accesorios, que le otorgan cierto misterio estético y singular.
Definitivamente no es una pieza para todo público, sino para aquel que pueda ver y comprender más allá de lo que se expone. Es para quien se permita disfrutar un claro ejemplo de teatro del absurdo, donde todo está permitido sin límite de emociones, caprichos, obsesiones, melancolía y desenfreno en un ambiente oscuro y a pura danza, impactante desde lo visual y sin escape a la reflexión. Siempre es bueno darse la oportunidad de vivir algo distinto. Cristian A. Domínguez
Domingos a las 21
Teatro El Kafka
Lambaré 866 – Cap.
(011) 4862-5439
elkafkaespacioteatral.blogspot.com
Comentarios