Actúan: Alejandro Botto, Melody Llarens, Inge Martin, Agustina Peres – Vestuario y Escenografía: Vanesa Abramovich – Iluminación: Adrián Cintioli – Dirección: Roberto Vallejos
Los empleados que atendían a Eva y al general Perón son retratados con humor y al mismo tiempo con una mirada inteligente y profunda de las circunstancias que atravesó el país en un momento histórico dado. La muerte próxima de Evita sacudiría al país pero también, en su entorno más cercano, estos mucamos que la atienden serán conmovidos.
En un intento por reemplazar a la patrona, Cayetana -una de las empleadas- usa sus perfumes y se viste con sus tapados de piel. El mucamo Pedro es el que tiene más sentido común. Bien interpretada por Agustina Peres, Cayetana parece vanidosa, liviana y ligera, sin muchas luces, aunque hacia el final deja ver sus verdaderos sentimientos. Inge Martín ofrece una muy buena actuación en el rol de Berta. Melody Llarens es Márgara, con un hijo que está pupilo en un colegio de curas. Entre Pedro y Márgara surge un afecto especial.
No es la primera vez que Patricia Suárez trata el tema del doble. En Podemos ser felices todavía (por Suárez y Tursi) , una joven muchacha debía tomar el lugar de la famosa Gina Lollobrigida. Tampoco es la primera vez que aborda el tema del peronismo. En Labios Negros, (por Pfeiffer, Coton y Suarez) se registran las reacciones de los protagonistas ante la muerte de Evita.
El peronismo, acumulando seguidores y detractores ha dejado una huella imborrable en la historia de nuestro país. Lo interesante de Suárez es su mirada y original enfoque, le da un matiz diferente a un tema que de por sí no es original. Hay quienes podrán relacionar esta obra con Los sirvientes, de Adriana Tursi. En este caso, la apuesta de Roberto Vallejos en la dirección resulta interesante y oportuna.
Otro punto también destacable es que el personaje de Evita no aparece en escena. Solo están los colaboradores de su entorno. Y esta elipsis genera un efecto de intriga que mantiene la trama en movimiento. Como en su obra Carmencita, el personaje al que se hace alusión en el título está ausente. En La alimaña, obra de Suárez recientemente estrenada, también aparece la nodriza de Medea como personaje fundamental.
Aquí, asimismo, estos personajes que habitualmente serían vistos como marginales o secundarios pasan a cobrar una importancia vital para el desarrollo del argumento. Y el logro de Las 20 y 25 radica en ese viraje, en ese cambio de perspectiva, en esa inversión de valores. Milly Vázquez
Sábados a las 22.30
Teatro El Tinglado
Mario Bravo 948 – Cap.
(011) 4863-1188
teatroeltinglado.com.ar
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