Entre bares psicodélicos, clases de gimnasia y eunucos travestidos que mariconean, transcurre esta versión, musicalmente encantadora, de La italiana en Argel de Gioachino Rossini. Es que el compositor juega y deleita con las arias, los duetos y otras combinaciones, hasta momentos corales sublimes y no exentos de picardía.
Respondió un elenco parejo, un director musical invitado (el milanés Antonello Allemandi) que imprimió a la Orquesta Estable el preciso carácter de la música rossiniana y un coro -el Estable- que se lució, estupendamente dirigido por Miguel Martínez.
El regisseur andorrano Joan Anton Rechi pergeñó una puesta llamativa, minimalista y económica, entre desfiladeros de sillas y cartapesta recortada con formas que le otorgan carácter arabesco. Con bastante gracia y por momentos lindando con el teatro de revistas -plumas, boas y tocados incluídos-, las coreografías parecen marcar no solo las partes danzadas sino los más nimios movimientos, como piezas de un mecanismo preciso.
El vestuario es colorido y atractivo, aunque aparezcan shorts, zapatillas y trajes siglo XX que contrastan con la desértica aridez de un lugar donde un simpático camello animatronic mece su cabeza, sonríe y hasta guiña el ojo. Los colores resaltan con la iluminación contrastante que, lamentablemente, esparce sombras imprecisas.
Ya en la cavatina Languir per una bella, el tenor donostiarra Xabier Anduaga -lo mejor de la noche- impactó en el papel de Lindoro, y dejó claro que su juventud no es óbice para su estupenda emisión vocal y encantador decir. En cada aria, así como en el primer dueto con Mustafá, fue maravilloso escuchar un cantante con gran técnica, fluidez, y una voz que alcanzó hasta los más recónditos lugares de la sala. Quizá le faltó gracia actoral en algunos momentos, pero deleitó su timbre y fue fiel al carácter de la música.
Encarnando a Isabella, la italiana del título, la mezzo española Nancy Fabiola Herrera tuvo un comienzo algo tibio en Cruda sorte -donde le faltó volumen-, lo que no le impidió tomar la real temperatura de la sala, para sobreponerse e ir creciendo no sólo vocal sino histriónicamente. Tanto fue así que luego deleitó sobradamente con sus potentes notas, pero también con sus pianissimi, añadiendo muy graciosos movimientos corporales y gestuales. Jugó con la pronunciación del italiano en las interminables erres del Turrrrrco, blandió hábilmente el látigo para azuzar a quien se le pusiera delante y cerró con un estupendo Pensa alla patria.
El bajo Nahuel Di Pierro personificó decididamente al bey Mustafá, con voz potente y profunda, sumada a una buena entrega actoral. Luis Gaeta corporizó con gracia a Hally, y el Taddeo de Damon Ploumis fue convincente No se quedaron atrás las muchachas del serrallo -Elvira, esposa de Mustafá, y su confidente Zulma-, interpretadas por Oriana Favaro y Mariana Rewerski con seductoras voces y el physique du rôle acorde a sus personajes. Mención aparte merecen los actores figurantes, con entrega y dedicación a sus personajes.
La italiana en Argel cumple con la misión del disfrute de la música y las voces en un marco especialmente modernoso aunque válido. Y acorde a lo que se espera de una commedia per musica, divierte con sus personajes y delirantes circunstancias. Martin Wullich
Fue el 4 de mayo de 2018
Teatro Colón
Libertad 621 – Cap.
(011) 4378-7109
teatrocolon.org.ar
Actores figurantes: Emilce Aliscioni, Priscila Auchterlonie, Osmar Di Stefano, Andrea Grassi, Nicolás Iturbide, Enrique Leyes, Irene Martens, Florencia Mora, Maximiliano Nolasco, Nicolás Pereyra, Pablo Pereyra, Lillian Pulhmann, Cecilia Rivas, Martin Segura, Camila Sosa,Nicolás Taraborrelli, Shirley Turin, Alejandro Zebe.
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