Actúa: Gerardo Otero – Iluminación: Ricardo Sica – Escenografía: Gonzalo Córdoba Estévez – Dramaturgia: Sergio Blanco – Dirección: Corina Fiorillo
Un difícil unipersonal enfrenta al talentoso actor Gerardo Otero a una puesta donde todo queda en sus manos. La ira de Narciso es una historia que el dramaturgo y director franco-uruguayo Sergio Blanco arma desde personales vivencias que luego transforma en ficción. Va más allá del sentido que puedan tener los recuerdos propios y convierte lo experimentado en utopía, partiendo de un ensayo y llevándolo a algo contradictorio, una verdadera autoficción.
Es así que Otero se transforma sobre el escenario en un ficcionario Blanco que comienza a desdoblarse entre los últimos preparativos de una conferencia que debe dar y por la cual ha viajado a Europa. Además se da el gusto de conocer a un joven esloveno por una moderna aplicación del móvil y se ve sumergido en un hecho policial al descubrir por casualidad unas manchas de sangre en la alfombra de su habitación de hotel. Junto al protagonista, el mismo público comenzará a revelar un violento crimen.
Hay una puesta vanguardista con cámaras digitales, proyectores, celulares, un largo escritorio, y algunas sillas que pueblan el espacio escénico. Allí, el actor se maneja correctamente pero se pierde al tener que armar y desarmar objetos; también con situaciones que desean producir algún efecto en el espectador sin lograrlo. Otero no solo se transforma en Blanco, sino que muta en otros personajes con gran capacidad, fluctuantes entre la fábula, la disertación y el testimonio.
En conclusión, una pieza que todo el tiempo se arma y desarma, se cuenta; donde el actor se maneja muy natural pero forzado a colocar luces, sonidos e imágenes. La dinámica no da nunca el presente y la atención se diluye gradualmente. El resultado es un thriller que peca de moderno, intelectual y vanguardista pero dista de lograr su atractivo. Cristian A. Domínguez
Jueves a sábados a las 20.30
Teatro Timbre 4
México 3554 – Cap.
(011) 4932-4395
timbre4.com
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