La propuesta era propicia. Este año se cumplen tres décadas de la muerte de Jorge Luis Borges, y el homenaje es más que merecido. Casi dos lustros antes, el cordobés Mario González, Jairo, presentaba un disco que, según dijo, se convertiría en “disco de culto”: nada menos que un trabajo en el que musicalizó poemas del mismo Borges: Jairo canta a Borges. El disco tuvo el aporte de verdaderos gigantes, como Astor Piazzola, Carlos Guastavino, Horacio Malvicino, Facundo Cabral, Gustavo “Cuchi” Leguizamón, Julián Plaza, Eladia Blázquez, Rodolfo Mederos y Eduardo Falú. Tarea que confirma la extraña versatilidad de Jairo en lo que a género musical respecta.
Por esas cosas raras de la vida, el contenido de ese disco pudo ser disfrutado en vivo por primera vez el domingo pasado. Sin duda, un proyecto ambicioso, enorme, al punto tal que Jairo confesó haber sentido temor de que Borges frunciera el ceño por haberle puesto música a su poesía, algo a lo que Borges era bastante renuente. No obstante, el escritor quedó muy conforme con el resultado, y el disco finalmente vio la luz. Jairo se dio el gusto de compartir el escenario con la Orquesta de la UBA Rector Ricardo Rojas, dirigida por Guillermo Cardozo Ocampo, y con dos invitados: el pianista Diego Schissi y el guitarrista Jorge Giuliano. Milonga de dos hermanos (con música de Carlos Guastavino), La rosa inalcanzable (Horacio Malvicino), Jacinto Chiclana (Astor Piazzola), No hay cosa como la muerte (“Cuchi” Leguizamón), y Milonga de marfil negro (Julián Plaza), por citar algunos, pudieron ser interpretados en vivo desde un escenario como parte integral de un disco.
Fue una velada casi perfecta: la excelsa pluma de Borges, la sencillez de Jairo y su inigualable voz—a pesar del paso implacable del tiempo—, la música de nombres tan caros a los argentinos, y una joven orquesta con excelentes músicos invitados. Además, el ingrediente de un público con el que Jairo se entiende a la perfección y que le prodiga todo el cariño que se le puede prodigar a un artista, salvo por un (¿mínimo?) detalle. Quienes, como en nuestro caso, ocuparon butacas en la segunda bandeja, tuvieron que hacer ingentes esfuerzos para entender lo que decía o cantaba el artista, o tratar de pasar por alto el hecho de que la orquesta tapaba la voz, cosa que no pasó cuando Jairo era acompañado por la guitarra. Fue una verdadera pena, ya que -aunque se disfrutó la música- no se apreció en su totalidad la belleza y profundidad de la poesía borgeana.
Evidentemente los asistentes que ocupaban la platea estaban ajenos a este inconveniente, ya que parecían entender, aplausos y vivas mediante, las anécdotas que Jairo relataba acerca de la gestación de Jairo canta a Borges. Sorprende entonces que se escapara este pormenor a los responsables de audio del concierto. Sería, además, muy oportuno que las autoridades del Centro Cultural Kirchner realizaran las gestiones necesarias para que estas propuestas gratuitas pero de altísima calidad puedan ser disfrutadas por toda la audiencia y ocupen el lugar que ocupen en las distintas salas. Viviana Aubele
Fue el 19 de junio de 2016
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