ÍNFIMA CONSTANTE – Intérpretes: Flavia Dilorenzo, Rubén Rodríguez, Ivana Santaella, Matías De Cruz, Lucía Bargados, Boris Pereyra, Laura Higa, Federico Amprino, Sol Rourich, Alexis Mirenda, Melisa Buchelli, Adriel Ballatore Crosa, Silvina Pérez, Benjamín Parada, Matías Santander – Coreografía: Anabella Tuliano – Música: Leandro Gatti – Escenografía: Lautaro Graciosi – Vestuario: Ichita – Iluminación: Gonzalo Córdova * TEMPERAMENTAL – Intérpretes: Federico Amprino, Federico Arabia, Melisa Buchelli, Carolina Capriati, Matías De Cruz, Lautaro Dolz, Paula Ferraris, Darcio González, Daniela López, Alexis Mirenda, Silvina Pérez, Lucía Bargados, Eva Prediger, Erika Zimmermann – Coreografía: Silvina Grinberg – Música: Guillermina Etkin – Vestuario: Jorge López – Iluminación: Alberto Lemme * BOLERO – Intérpretes: Sol Rourich, Benjamín Parada, Paula Ferraris, Boris Pereyra, Ivana Santaella, Diego Poblete, Sabrina Wehner, Adriel Ballatore Crosa, Eva Prediger, Rubén Rodríguez, Laura Higa, Lautaro Dolz, Flavia Dilorenzo, Matías Santander – Coreografía: Ana María Stekelman – Música: Maurice Ravel – Vestuario: Renata Schussheim – Iluminación: Eli Sirlin
La ciudad de Buenos Aires tiene dos compañías de danza: el Ballet Estable del Teatro Colón, mayormente dedicado a la danza clásica, y el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, próximo a cumplir 40 años de vida. Desde 1999 esta compañía fue dirigida por Mauricio Wainrot, ahora a cargo de Asuntos Culturales de la Cancillería, con lo cual la posta quedó en manos de su colaboradora directa, la ex bailarina Andrea Chinetti. La compañía por el momento no tiene sede: las obras de renovación edilicia mantienen cerrado el Teatro San Martín, asi que el Ballet Contemporáneo debió estrenar su primer programa del año en una sala prestada. La trilogía presentada estuvo conformada por dos reposiciones, Ínfima constante de Anabella Tuliano, Bolero de Ana María Stekelman, y un estreno: Temperamental, de Silvina Grinberg.
La primera de estas obras escenifica, al decir de la coreógrafa, “un instante detenido en el tiempo que induce la toma de conciencia de lo irrepetible de cada momento vivido”. Más allá de la destreza física y la coordinación de los bailarines, hay además un eje que parece estar puesto en resaltar la belleza del cuerpo humano, por momentos en tensión estática, por momentos en movimiento. Sobre el fondo de una noche estrellada, con luces cenitales, se suceden cuatro cuadros que alternan el trabajo en parejas, con un primer momento minimalista y otro enfatizando la ritualidad, que deriva luego a un número grupal en el cual todos los cuerpos se resuelven en un colectivo único, para terminar con un poético cuadro individual.
El estreno de Grinberg acerca una importante novedad: le otorga una voz a los bailarines, y con ello una notable humanidad. Así como a veces las palabras no alcanzan para explicar algo, en este caso parece que lo humano tampoco puede ser abarcado por un cuerpo callado, y la voz surge entonces para decir más. La obra se inspira en los cuatro temperamentos (melancólico, flemático, colérico, sanguíneo), considerados como una emanación del alma, y transita desde un inicio inquietante, pleno de crueldad y de indiferencia, a una suerte de confluencia de los indefensos, que finalmente encuentran en el otro un refugio. Se reconoce también cierta contradicción, intrínseca al ser humano, desarrollada en el marco de un ritmo por momentos frenético, de un salvajismo vital y desenfrenado, que deriva en una humanidad absoluta, manifestada además en la desnudez de los cuerpos y las almas. Hay miedo; hay desamparo. Y hay también una metamorfosis, que marca la evidencia de que uno jamás es un ser único, ni tiene una identidad inamovible.
Cierra el programa Bolero, a esta altura un clásico de la compañía, que es un muestrario de destrezas coreográficas sobre la obsesiva música de Ravel, articulando el trabajo grupal y en parejas, con cuotas de malambo y tango a la francesa, que tiene como particularidad un cierre interesante: en lugar de acompañar el crescendo de la música con un similar juego escénico, el remate de la danza queda a cargo de un único bailarín en solitario.
El Ballet Contemporáneo cumple un trabajo de excelencia, a pesar de enfrentar una situación que no es sencilla, pues no tienen un lugar propio para actuar ni para ensayar. Es claro que las refacciones en el San Martín eran necesarias, pero el corrimiento de las fechas originalmente planteadas da lugar a la incertidumbre. Mientras tanto, se trabaja como se puede. El Teatro 25 de Mayo tiene una agenda propia de actividades, de manera que el próximo programa del Ballet Contemporáneo se verá en el Auditorio de Belgrano, y luego habrá una función de fin año en el Teatro Coliseo. Según las últimas declaraciones oficiales, el San Martín debería volver a estar operativo entre marzo y mayo de 2017. Ojalá se cumpla. Germán A. Serain
Ínfima Constante – Temperamental – Bolero
se dieron hasta el 3 de julio 2016
Teatro 25 de Mayo
Av. Triunvirato 4444 – Cap.
complejoteatral.gob.ar
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