En un mismo cielo – Intérpretes: Brenda Arana, Adriel Ballatore Crosa, Melisa Buchelli, Darío Calabi, Carolina Capriati, Flavia Dilorenzo, Lautaro Dolz, Rodrigo Etelechea, Fiorella Federico, Paula Ferraris, Darcio Gonçales, Daniela López, David Millán, Andrés Ortíz, Benjamín Parada, Boris Pereyra, Emiliano Pi Álvarez, Eliana Picallo, Andrea Pollini, Eva Prediger, Michael Requena, Rubén Rodríguez, Sol Rourich, Damián Sabán, Ivana Santaella, Agostina Scarafia, Manuela Suárez Poch – Música: Invisible (grupo liderado por Luis Alberto Sinetta), Pablo Ortiz – Arte y edición de video: Diego Poblete – Idea y dirección: Diana Theocharidis
Cuando comenzó la pandemia de Covid-19 difícilmente alguien hubiese podido imaginar con exactitud los alcances que llegaría a tener. En la Argentina, podría decirse que todo comenzó en marzo de 2020, cuando ante la evidencia de la gravedad sanitaria el gobierno tomó las primeras medidas de aislamiento social obligatorio. Los efectos no tardaron en hacerse sentir en las actividades económicas, en la vida social y también en lo artístico. Los espectáculos presenciales fueron suspendidos. Los ensayos de grupo, cancelados. Todas las actividades que antes suponían un encuentro de personas y cuerpos en un mismo espacio, detenidos.
Con este panorama por delante, el desafío fue encontrar nuevas formas de hacer arte. Una de las primeras iniciativas, y acaso una de las más metafóricas, nació de la coreógrafa y directora Diana Theocharidis y de los integrantes del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, dirigido por Andrea Chinetti. Los propios límites impuestos por la cuarentena fueron tomados como punto de partida. Si los cuerpos no podían juntarse, cada uno de ellos expresaría por separado lo que tuviese para decir, en una soledad atravesada sin embargo por una misma circunstancia. Todos bajo un mismo cielo.
El espacio escénico estaría dado por el lugar en el cual cada uno de los bailarines transitara su cuarentena. Espacios domésticos, urbanos, diversos, escaleras, pasillos, terrazas, habitaciones, patios. Las ventanas y las puertas servirían para contar diferentes historias, que cada espectador debería completar, combinando la poética del arte coreográfico con la expresión audiovisual. Luces, sombras, contrastes, las músicas de Pablo Ortiz y Luis Alberto Spinetta, en una sucesión de planos e imágenes cinéticas y fragmentarias, originadas en diferentes lugares y conectadas, sin embargo, por una misma circunstancia.
A casi un año de haberse presentado En un mismo cielo, aquella creación audiovisual y coreográfica que volvía a poner en contacto a los integrantes del Ballet Contemporáneo con su público, conversamos con Diana Theocharidis, creadora de este video.
Se cumple un año del lanzamiento de En un mismo cielo. Y la pandemia sigue. ¿Cómo fue el surgimiento de ese video y qué te pasa al volver a ver esta producción ahora, después de estos meses de distancia?
Si algo no quería era hacer un “diario de cuarentena”. La idea era plasmar una obra, crear un espacio que pudiese contener distintos universos, que existen en un mismo momento pero que a la vez son independientes. Es uno de los misterios de la existencia humana: estamos adentro, en nuestra interioridad, y al mismo tiempo también afuera. Esta interioridad de la que hablo no es estar en casa. Me refiero a una condición humana. Cuando hoy vuelvo a ver esta película, entiendo que si bien la pandemia determinó las circunstancias de creación de la obra, la misma mantiene una independencia estética en relación a estos condicionantes.
Contame cómo se realizó la producción, qué pautas recibieron los bailarines, dado que cada uno utilizó su propio espacio, cómo se eligió la música y cómo se realizó finalmente el montaje.
La decisión inicial fue tener un proceso de ensayos con cada uno de los veintisiete bailarines. En cada ensayo, a través de sus teléfonos celulares, me mostraban los espacios de sus casas. Les pedí entonces que despojaran esos espacios de todos los elementos personales, para concentrarse en la luz y en el movimiento. En cuanto a esto último, les envié una frase de movimiento que iba a ser común a todos, y una segunda frase de movimiento que ellos deberían transformar según determinadas pautas.
Esos ensayos se dieron mediante un ida y vuelta de Whatsapp o Zoom, conversaciones con cada uno para repetir, corregir y mejorar cada filmación. Hay que aclarar que todas las filmaciones fueron realizadas con los celulares de los propios bailarines, a quienes también se les dieron indicaciones de posición de cámara y otros aspectos técnicos.
El montaje fue un trabajo muy arduo, dada la gran cantidad de material producido en los ensayos. En la edición, con Diego Poblete trabajamos mucho el aspecto musical, la relación entre música e imagen. La música que elegimos para este trabajo fue el tema Alarma entre los ángeles, del grupo Invisible, una canción instrumental compuesta el 24 de marzo de 1976. La música original de Pablo Ortiz, encargada especialmente para esta obra, funciona como una obertura, ya que toma elementos del tema de Invisible -como el solo de guitarra- y los transforma electrónicamente.
¿Cómo ves hoy, a casi un año pero al mismo tiempo todavía en esta nueva cotidianeidad de la pandemia que nos toca vivir, lo relativo al aislamiento de los cuerpos?
Supongo que todavía es algo difícil de evaluar lo del aislamiento, tanto de los cuerpos como de las almas, que a lo largo de este tiempo pandémico y según los diferentes sectores sociales e ideológicos transitó diversas etapas. Obviamente, aunque todo volviese a la normalidad -ojalá así suceda pronto-, quedará una huella de este momento histórico. ¿Podrá ser un miedo o una restricción al contacto? ¿O tal vez una reacción inversa?
¿Te parece que habrá cambios para la danza a partir de estas experiencias que nos toca vivir?
Habrá cambios, sí, seguramente. Por la experiencia de sabernos en un mundo inseguro, amenazado, que probablemente no será más el de antes… Por más que el de antes también era inseguro. Pero esta globalización de la inseguridad, con el desastre de la pandemia, sin duda marcará un antes y un después en todos nosotros, más la cuota de olvido y negacionismo, que hará que todo esto se procese de distintas maneras.
Once retratos – En un mismo cielo, visto desde sus intérpretes)
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