Hamlet ruso – Intérpretes: Ciro Tamayo, María Riccetto, Gustavo Carvalho, Careliz Povea, Esteban Clavero, Yuri Sonzini y elenco – Música: Ludwig van Beethoven y Gustav Mahler – Coreografía: Boris Eifman – Ballet Nacional Sodre Uruguay – Dirección: Julio Bocca
En su tercera visita, el Ballet del SODRE volvió a Buenos Aires para ofrecer una obra completa que conjuga espectacularidad técnica y fuerza dramática: Hamlet ruso, que el siberiano Boris Eifman estrenara en 1999. Autor de profundas revisiones de clásicos como Giselle o Don Quijote, Eifman apela a un lenguaje inscripto en el neoclasicismo, fundido con elementos teatrales de gran impacto. Bajo su óptica, el manejo de los conjuntos funciona como mecanismo de relojería, creando imágenes de gran potencia y belleza; mientras que los personajes individuales tienen una elaboración dramática sumamente compleja, que requiere de intérpretes sólidamente formados en actuación y técnica.
La historia del príncipe Pablo, quien luego sería el zar Pablo I, sus luchas de poder con su madre Catalina la Grande, sospechada de asesinar a su marido el zar Pedro, presenta puntos de contacto con el Hamlet de Shakespeare, que fueron inteligentemente puestos de manifiesto por Eifman. Hay escenas muy logradas, como la de Pablo descubriendo la infidelidad de su esposa entre trasluces y humo; la utilización de la larga capa de Catalina para dominar a su hijo, envolverlo, dominarlo y expulsarlo; las pirámides humanas, símbolo del poder de la emperatriz, pero también del fantasma del zar, que atiza la venganza. Todo, con el apoyo de un fastuoso vestuario y una escenografía en perspectiva que no precisa cambios gracias a la colaboración de una inteligente iluminación.
Luego de su “renacimiento” en 2010, de la mano directiva de Julio Bocca, hoy podemos hablar del nivel internacional del Ballet del SODRE, de la perfecta disciplina de sus filas y de la calidad artística de sus solistas. Como Pablo, descolló Ciro Tamayo, bailarín español cuya espléndida técnica está en perfecta conjunción con sus condiciones para componer un protagónico que no da respiro. María Riccetto, segura y perfecta en su danza, fue una Catalina convincente en los momentos más torturados del personaje. El Favorito encontró su piel en Gustavo Carvalho, bailarín de impecables recursos.
El único impedimento para calificar como excelente este espectáculo, fue el aspecto musical. No sólo por la arbitraria utilización y poda de movimientos de sinfonías de Beethoven y Mahler, sino por la normalización del sonido de las grabaciones utilizadas, que despojaron a las obras de sus matices y contrastes, optando por lo estentóreo. Patricia Casañas
Fue el 10 de mayo de 2017
Teatro Ópera
Av. Corrientes 860 – Cap.
(011) 4326-1335
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