Este homenaje a Blanquita Amaro y a la música caribeña de mediados del siglo pasado nos sumerge en un mágico espectáculo en donde sus intérpretes brillan a través de diferentes ritmos y pegadizos jingles que hicieron historia. Las Amaro, madre y tres hijas, cantan boleros, rumba y chachachá, calipso y merecumbé, tocan una gran variedad de instrumentos de percusión, además de un fileteado piano, un violín y una flauta travesera.
El programa de mano cuenta la desopilante historia de cada una de ellas, hasta la última y fatídica actuación del grupo que ocurrió en el Select Lavalle. También abunda en detalles como la presentación en el Festival de San Remo, y la aparición -en una fugaz secuencia- para el noticiario Sucesos Argentinos. En ese mismo tono de disparate sucede este colorido show con vestuario y frutas tropicales, mientras van por los cines de pueblo cumpliendo con el famoso número vivo de la época, auspiciadas por Odol o Aguamar.
Quizás, quizás, La chica del 17, Ansiedad, junto a otros muy bailables y atractivos títulos pasan por el escenario y demuestran una preparación musical notable que se suma a su delirante humor e histrionismo. Las Amaro son adorables, cantan como los dioses, tocan muy bien los instrumentos con los que se acompañan, son graciosas y pícaras. De todas estas virtudes ha sabido sacar ventaja Eduardo Bertoglio, quien dirige a sabiendas del talento individual y trabajo grupal que son capaces de brindar.
Vale la pena acercarse a conocer esta familia de artistas, con una madre dipsómana y licenciosa, que no oculta la preferencia por una de sus hijas, el desprecio por otra, y la idea de que la última debería haber sido varón. Martin Wullich
Se dio hasta septiembre 2008
Teatro La Máscara
Piedras 736 – Cap.
4307-0566
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