Escrito por Juan Faerman, Faceboom no es para cualquiera, no. Si uno no ha escuchado nada de la cuestión del Facebook, será poco lo que pueda entender. Si algo escuchó, quizás le aclare dudas. Si tiene un perfil en Facebook, se va a divertir en serio y va a aclarar muchas más dudas, desasnarse de tantas otras y -a lo mejor- ensayar una respuesta para la duda casi existencial de qué está haciendo en Facebook si nadie lo obligó.
Con un tono netamente humorístico y muchísima información, el autor recorre todo el espectro de la célebre red social Facebook y analiza cada una de las posibilidades que esta brinda al usuario para hacerle sentir que estar ahí tiene bastante sentido.
Desde el análisis de los otrora chusmeríos de las señoras gordas, o las vecinas que baldeaban veredas comentando amoríos del vecindario, y definiendo a Facebook como “el baldazo en la vereda del siglo XXI”, hasta los temas sexuales y el uso de la red para el levante, Juan Faerman habla en Faceboom de los tests, del “qué estás pensando”, del alcance de la palabra “amigo”, de las fotos, del muro, de la fama, de la información y la privacidad, y hasta del futuro de esta novedad que tiene hoy entretenida a tanta gente.
Escrito en un lenguaje llano y directo, que pone sobre el tapete verdades, ilusiones y falsedades, sin ambages, Faceboom se disfruta página tras página. Martin Wullich
Un fragmento de Faceboom:
“Todo este asunto de Facebook no tiene un pedo que ver con los derechos de autor o la propiedad intelectual. Lo primero que vamos a abordar, muy por arribita, es el pánico que le entró a millones de escritorcitos, musiquitos, pintorcitos, fotografitos, artistasplastiquitos, periodistitas y artistitas en general, con respecto al riesgo de que Facebook les “robe” la propiedad intelectual sobre sus obritas, y las use en beneficio propio, sacando un libro con los textos que escriben en Facebook, o con esos collages tan graciosos hechos en Photoshop que ponen en el perfil de Facebook, o con las fotos en culo que ponen en su grupo de Facebook. Tranquilos. Nunca va a pasar tal cosa.
Pensemos un minuto. Facebook es una empresa que vale —moneda más, moneda menos— 450.000 sextillones de dólares. ¿En serio crees que Facebook va a sacar un libro con los textos que vos publicas? ¿O con las fotos en baja resolución que subiste a tu álbum “Navidad 2008”? ¿O un disco con tus covers de Arjona en MP3 sampleados a 64 kbps? Nnno, ¿no? Te lo pregunto otra vez, para que no quede ninguna duda: ¿crees en serio que existe la más reputísima posibilidad de que Facebook edite un libro, un disco, o un algo con TU material, para ganarse unos… pongamos… ¿$200? Seguro que no, ¿no?
Lo que sí hace es hacerte aceptar unos “términos de servicio”, según los cuales vos le das toooooooodos esos derechos para que puedan publicarlo en Facebook… que es al fin y al cabo lo que vos querés. Es como decirles: “mirá, Facebook, cada vez que yo suba una foto en culo, o mi opinión sobre tal tema, yo te autorizo a que vos las publiques en tus servidores y en tus páginas del dominio (facebook.com), que es tuyo, no mío”. Es porque son norteamericanos. Viste cómo son. Ellos se cubren poniendo tooooodo por escrito y todo es fully granted, neverending, non-binding, for all purposes… Es como el café. Pedís un café caliente y te lo sirven en un vaso que dice: “WARNING: THIS COFFEE MAY BE CALIENT!”, porque si te quemas la trompa como un boludo, les haces un juicio por 100 millones de dólares por no haberte advertido que el café caliente que pediste estaba caliente. ¿Se entiende?
Bueno, lo mismo pasa con lo que escribís en Facebook. ¿Vos querés escribirle “puto el que lee” en el muro a tu amigo Pirulo? Bueno, firmame acá —dice Facebook— dejando en claro que vos (en adelante, EL USUARIO) me estás autorizando a mí (FACEBOOK) de por vida, internacionalmente y por el resto del campeonato a utilizar tu mensaje “puto el que lee” (en adelante, la OBRA DEL USUARIO), para que yo pueda ponerlo en el muro de tu amigo Pirulo. Si no te gusta, no lo escribas en Facebook, que al fin y al cabo no es tuyo, ni de tu amigo Pirulo, ni un servicio público, sino un sitio comercial como cualquier otro. Llámalo por teléfono a Pirulo (en adelante, EL OTRO USUARIO) y decile: “¡Puto!” y no me rompas las pelotas más a mí (en adelante, FACEBOOK).
Nadie te obliga a usar Facebook, macho. Es un página comercial. Sólo que gratuitamente (por ahora) te permite usarla sin mayor complicaciones para que puedas poner “Fulanito is abarajanding la bañera”, subir tus fotos mostrando lo fuerte que estás en tanga, escribirle pavadas en el muro a tus amigos, hacerte miebro del grupo “¡SALVEMOS A LOS MAMUTS ANTES DE QUE SE EXTINGAN, AY!”, y mandar un Uinipú de regalo. Eso es todo. Sólo que para hacerlo, tenés que aceptar todo lo que ellos te pidan, pero no lo hacen ni de hinchapelotas, ni de avaros, ni de avasalladores, ni de ladrones. Lo hacen porque son una empresa norteamericana, y ya deben haber tenido algún vivo que les haya querido hacer un juicio para sacarles unos pesos.
Si te gusta, bien y si no, también. ¿Sabés qué? Si tenés algo que decirle a tu amigo, llamalo por teléfono. O mandale una carta. O comprale un peluche de verdad y regaláselo. Pero no me vengas con que tenés miedo de que John Facebook se haga más multimillonario por publicar un libro con tus ingeniosísimos aforismos. Así que el tema de los derechos de autor, la propiedad intelectual y la mar en coche, queda aclarado”. Juan Faerman
Faceboom en La Casa del Libro
Juan Faerman en Wikipedia
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