Distancia omitida – Actúan: Paula Casabona, Graciela Muñoz; Débora Astrosky – Música y voz: Analía Barbieri – Dramaturgia: Débora Astrosky – Dirección: Cristina Velázquez
Tres migrantes varadas en todo sentido. Literalmente, pues quedaron en una playa, y en sentido figurado: nunca entraron. Y para colmo, ya ni recuerdan de dónde vienen. Tal es la desorientación que tienen Chiquita (Graciela Muñoz), Teté (Débora Astrosky) y Lupita (Paula Casabona). En la lucha por sobrevivir, recogen todo lo dejado por otros migrantes y se adueñan de todo aquello que les había pertenecido; hasta de los recuerdos. Tampoco dejan lugar a los olvidos, pues es matarlos; sin los olvidos, se flota liviano.
Mirando en lontananza, observan que “los barcos tienen cara de abuelos”, indudable alusión a la oleada inmigratoria de principios del siglo XX. Y se preguntan si acaso los modernos también. Chiquita se ufana de tener todos los papeles, pero Teté le recuerda que “te cerraron todas las puertas”. Los perros que pasan ladrando cada tanto ponen en alta alerta a las tres desorientadas, quienes adjudican este percance al “programa de la tele”. Teté mira una vieja foto familiar, que podría ser suya, que podría ser de algún otro, y se establece un inquietante paralelo con alguien de su familia.
Lupita, que parece ser la que más tiene los pies en la tierra —o al menos, sobre la arena de esa playa— sueña con poder volar y ser invisible. Pero la que no es invisible para ellas es esa mujer. Azoradas, las tres migrantes temen que esa intrusa trastoque el orden y el statu quo imperante en esa playa. Caceroleos, cánticos xenófobos, alusiones al muro anti-extranjeros y temores preceden los sucesos que llevarán a un final a tono con el absurdo y el grotesco de toda la obra.
Cristina Velázquez dirige hábilmente esta Distancia omitida que propone una reflexión a una realidad que quizá, para el común de la gente, está a una distancia sideral de la realidad propia. Las actrices, que conforman la agrupación Las Vino Tinto, exploran desde la pantalla estas cuestiones, generando un clima abiertamente distópico.
Distancia omitida no es el primer proyecto de este grupo de mujeres apasionadas por el teatro (a punto tal que ni la pandemia las ha detenido): sus hallazgos respecto del “teatro pantalla” dieron como fruto La última botella, una obra en episodios que les ha permitido llegar a espectadores de distintas partes del orbe. Viviana Aubele
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