DÚO ONDINAS EN CONCIERTO, elixir del Ángel Gris

Música, historia y anécdotas para sensibles en el barrio de Flores

Si algo le faltaba al Ángel Gris en una fría y destemplada noche de junio era escuchar al Dúo Ondinas en un bar de su barrio, a pocos pasos de la plaza Flores. Tanto los Hombres Sensibles de Flores como quienes asistieron a la velada quedaron conmovidos con el fino devaneo de la flauta travesera de Cecilia Cabriza, junto a las dulces teclas del piano de Carola Costa. También sintieron, rieron y lloraron con cada una de las historias y anécdotas que tanto Cecilia como Carola compartieron entre obra y obra. A diferencia de las pérfidas Sirenas de la calle Sanabria, cuyo canto enloquece a los automovilistas, estas ondinas de la música encantaron con narraciones y sones de los que, seguramente, el ángel creado por Alejandro Dolina habrá tomado nota para seguir creando poesía y magia.

De André Caplet (1878-1925) el dúo interpretó Reverie y Petite Valse. Alumno de Gabriel Fauré, responsable de orquestar obras de Claude Debussy (1862-1918), y uno de los amores de Isadora Duncan, Caplet compuso estas dos breves piezas a fines del siglo XIX. Además de la música, a Caplet y Debussy los unió  una fuerte amistad. Luego Cecilia dedicó un espacio a Debussy: Syrinx, una pieza escrita exclusivamente para flauta, que originalmente iba a ser música de una obra teatral, la última antes de que Pan, el fauno enamorado de Syrinx, muriese. Y debía tocarse entre bambalinas. Algo así hizo Cecilia, tocó la pieza detrás de un cortinado.

Después de interpretar los tres movimientos de la Sonate de Francis Poulenc (1899-1963), el dúo Ondinas viajó unas décadas hacia adelante con Cinco piezas fáciles de Nino Rota (1911-1979): El paseo de Pulgarcito, Serenata, Pavana, la divertida La gallina y El soldadito.  Hasta aquí, el Ángel Gris disfrutó cada una de las piezas; y en el final se emocionó con dos obras de Lili Boulanger (1893-1918), Nocturne y D’un matin de printemps. Seguramente, al igual que cualquier Hombre Sensible, habrá sentido el mismo sabor agridulce que Lili sentiría al escribirle a su hermana Nadia (luego reconocida directora), cuando ya la enfermedad estaba avanzada. Fue un concierto íntimo y cálido, ideal para contrarrestar la melancolía del mal tiempo. El Ángel Gris y el público, agradecidos. Viviana Aubele

Fue el 23 de junio de 2022
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