Fue una performance grandiosa con un magnífico repertorio interpetado por los músicos rusos. La dulzura y emotividad del violín de Maxim Vengerov fusionada con la firmeza del piano de Roustem Saitkoulov, generaron un aplauso extendido y sostenido.
La primera parte contó con dos sonatas: una de Franz Schubert, Sonata para violin y piano en la mayor D. 574 Gran Dúo, con un primer movimiento allegro moderato muy bello y movilizador seguido de un Scherzo: Presto donde ambos instrumentos acompañaron la fuerza del movimiento. Continúa con un Andantino sereno y un Allegro vivace que da un cierre enérgico a la obra.
Luego llegó el momento de Beethoven con la Sonata para violín y piano No. 7 en do menor Op. 30 No. 2 Eroica que contrastó la dulzura inicial de la sonata de Schubert con el temperamento que el músico de Bonn sabía transmitir a sus obras. Maxim Vengerov y Roustem Saitkoulov lograron arrancar del violín y del piano pasajes tempestuosos intercalados con deliciosos momentos de calma.
Tras el intervalo, un compositor moderno: la Sonata para violín y piano No. 2 en sol mayor, donde Maurice Ravel va alejándose del tinte más bien lírico del inicio de la sonata (en su melancólico y por momentos grandilocuente Allegretto) para acercarse a ritmos más lindantes con el jazz en el Blues: Moderato y el Perpetuum mobile: Allegretto. En este último movimiento no puede dejar de pensarse una cierta conexión con Gerschwin; de hecho, ambos compositores habían trabado amistad.
Heinrich Wilhelm Ernst fue el próximo compositor elegido con sus Variaciones sobre “La última rosa del verano” No. 6 de los Seis estudios polifónicos para violín solo: una obra de alta emotividad, aspecto que Vengerov llevó a la perfección. Para finalizar, Paganini por dos: Cantabile para violín y piano en re mayor Op. 17, una pieza de muchísimo sentimiento y donde el protagonismo se lo llevó, tratándose de Paganini, el violín. Luego, de Paganini y Fritz Kreisler, I palpiti: Introducción y variaciones para violín y piano sobre un tema de “Tancredi” de Rossini Op. 13; una obra donde también el piano acompaña a un violín que por momentos transita por pasajes con la impronta de Kreisler.
La gran ovación del final los instó a regalar cuatro bises: dos obras de Kreisler, Caprice viennois y Tambourin chinois; el Vocalise de Rachmaninov y la Danza Húngara No. 5 de Brahms. Fue una noche inolvidable con dos músicos de lujo. La noche siguiente, con el mismo programa, tuvo otros bises: antes de la Danza Húngara #1, Saitkoulov sorprendió a Maxim Vengerov tocando Cumpleaños Feliz, en homenaje al violinista, para cerrar con Meditación de Thaïs en interpretación maestra. Viviana Aubele
Fue el 18 de agosto de 2016
Teatro Colón
Cerrito 628 – Cap.
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