Víctimas – Basado en: Los demonios de Loudun, de Aldous Huxley – Actúan: Javier Alemanno, Joaquín Daglio, Esteban Fagnani, María Inés Howlin, Silvia Mañá, Cecilia Venturutti – Diseño ambiental: Liliana Medela – Sonido, Dramaturgia y Puesta en escena: Marcelo Bertuccio
Antes de ingresar, ya se huele a incienso… Mientras, una monja entra y sale de la sala, pasando delante de un reclinatorio y dejando entrever algo de lo que se viene. Lo curioso es que esa monja nunca participará de la obra, o sí, dependiendo de como se tome esta historia en la que nos sumerge Bertuccio, sin fronteras entre la realidad y la fantasía, o donde una y otra se entremezclan provocando sorpresa al espectador. Sorpresa y estupor, disparate y temor, irreverencia y humor, se mezclan en dosis similares para contar una historia real. Tan es así que, en algunos momentos, el espectador no sabe si lo que sucede forma parte del texto o no, si es la obra o realmente algo sucede entre bambalinas, perdiéndose por completo la barrera entre la realidad y la fantasía. Está tan bien logrado que da la imagen de que hasta dejan de actuar, actuando. O viceversa.
La cuestión ocurre en la ciudad francesa de Loudun en 1632. Reina Luis XIII, y su ministro es el Cardenal Richelieu. Sucede en un convento de monjas ursulinas. Hasta allí llega un cura que se las trae. Él, «hombre» al fin, se casa en secreto, enamora a la Priora, y no perdona a ninguna monja que se le cruce en su camino. Hasta uno de los sacerdotes lo mira con cierto cariño. Pero la que enloquece es la Priora, a tal punto que le mandan un exorcista pues ha perdido la cabeza por amor y se autoflagela. La locura contagia otro cura… y el delirio no tiene gollete. A Dios gracias -claro está-, Bertuccio ha usado el humor, el ridículo y la parodia para descomprimir lo que desde pretéritas épocas no deja de ser una realidad subyacente de algo que, en ocasiones, se esconde debajo del hábito o la sotana.
La actuación de Silvia Mañá es muy destacable en su generación de locura, posesión satánica y perdido enamoramiento. Javier Alemanno sabe convencer en el papel del padre jovenzuelo, mientras el experto exorcista está muy bien en el physique du rol de Joaquín Daglio. Cecilia Venturutti interpreta sensualmente a una muchacha tentada y tentadora. Esteban Fagnani lleva a límites inesperados la locura que transmitirá seduciendo sin ambages, mientras María Inés Howlin contará detalles del caso, agregando picardía.
La puesta en escena de Marcelo Bertuccio es ascética, como corresponde a un convento. Iluminación y vestuario completan una particular y atractiva estética, sin desdeñar la elección de la música grabada que crea los climas apropiados hasta para una insólita coreografía. Asimismo, como parte de esta farsa, se entonarán canciones con mucha sonrisa e invitación a colaborar con la congregación al dejar la sala. Es verdad, se podrán comprar cruces, estampitas y agua bendita. Quizás hasta algún rosario. No sea cosa de que el demonio nos posea. Martin Wullich
Se dio hasta Julio 2008 en
Apacheta – Pasco 623
(011) 4941-5669
Sobre la censura
Para quienes tengan memoria cinematográfica, el caso fue llevado a la pantalla por Ken Russell, en un momento en que hablar libremente de estos temas no era una cuestión fácil -no hablemos de exhibición pública-, por lo menos en nuestro país. Después de una época de férrea censura cinematográfica -donde algunos films eran cortados y otros directamente prohibidos- regida por el Ente de Calificación Cinematográfica, dirigido por Miguel Paulino Tato, con gran influencia de intereses sobre todo militares y eclesiásticos, asumió su dirección Octavio Gettino.
El nuevo funcionario provocó un cambio fundamental: desde ese momento no habría ninguna autoridad que pudiese prohibir o censurar una película antes de la llegada a las salas. El film se daría completo, con la calificación correspondiente, aunque si alguno de los espectadores se veía tocado o molestado en su fe, o consideraba que el film tenía visos de pornografía, podría hacer la denuncia correspondiente. Entonces el film se retiraría de las salas, iría al juicio o análisis del Ente, y sólo entonces se decidiría su exhibición con cortes o su prohibición total.
Con este sistema, la gente que conocía algo de cine y sabía del arribo de un film algo picante, se abalanzaba a ver las primeras proyecciones, por las dudas, antes de que algún pacato velara por la moral ajena. De este modo se pudieron ver, apenas algunos días, The boys in the band -mucha homosexualidad-, El último tango en París -mucha manteca- y Los demonios -en un monasterio esas cosas no pasan-. Entre tantas otras, estas fueron denunciadas por anónimos espectadores y no volvieron a exhibirse. Justamente la última, dirigida por Ken Russell y protagonizada por Vanessa Redgrave y Oliver Reed, está basada en el libro Los demonios de Loudun, de Aldous Huxley, que lleva a escena Marcelo Bertuccio. M.W.
Info sobre Los demonios de Ken Russell
Más sobre la censura, por Carlos Ulanovsky
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