VETE Y VIVE, éxodo y redención

La “Operación Moisés” en la piel de un niño

Vete y vive Título original: Va, vis et deviens Elenco: Moshe Agazai (Schlomo niño), Mosche Abebe (Schlomo adolescente), Sirak M. Sabahat (Schlomo adulto), Yael Abecassis (Yael), Roschdy Zem (Yoram), Roni Hadar, Meki Shibru Sivan, Mimi Abonesh Kebebe Dirección: Radu Mihaileanu

“Os he puesto sobre las alas de una gran águila para haceros venir  hasta mí” (Éxodo 19:4). Con esta cita bíblica abre Vete y vive, una producción franco-israelí de 2015 dirigida por el franco-rumano Radu Mihaileanu. Si bien el libro de Éxodo no es estrictamente parte de los libros proféticos del Antiguo Testamento, estas palabras parecieron cumplirse a fines de los años setenta y principios de los ochenta, cuando se pergeñó en absoluto secreto y con un audaz y arriesgado operativo el traslado de cientos de falashas, o judíos etíopes, a Israel, desde los campamentos de refugiados en Sudán.

“Traigan a los judíos de Etiopía”, fue la orden del entonces primer ministro israelí, Menájem Beguin. Cientos de refugiados etíopes fueron embarcados en aviones de una desaparecida empresa aérea belga—las “alas de una gran águila”—para iniciar una nueva vida en Sión.

En este contexto transcurre Vete y vive, la historia de un niño cristiano de nueve años cuya madre, temerosa de perder el único vástago que le quedaba a causa de las condiciones infrahumanas de los campamentos de refugiados. Entonces le ordena sumarse a una mujer judía cuyo hijo, Schlomo, había muerto, para tomar el avión que llevaría a ambos y a cientos de etíopes a un cambio radical de vida, con la esperanza de un futuro más promisorio.

Obligado a exiliarse de su tierra, a alejarse de sus afectos y a cambiar de identidad para no ser descubierto, el ahora Schlomo debe seguir creciendo en un nuevo país, adaptarse a una nueva familia, sufrir la discriminación por cuestiones de su color y procedencia, y aprender judaísmo, mientras entabla diálogos con la luna para no olvidar sus raíces ni su madre.

En una entrevista, Mihaileanu manifestó que le enojaba que el resto del mundo supiera poco y nada sobre esta parte de la historia; él mismo manifiesta haber tenido que investigar a fondo el tema, investigación que incluyó leer un gran volumen de documentación y entrevistarse con algunos actores de esta epopeya. La película retrata eficazmente las penurias y los pesares de los refugiados en países donde las guerras, las revueltas internas y las hambrunas son moneda corriente, y ofrece un cuadro inmejorable de las vueltas de la vida: hoy nos discriminan, mañana discriminamos, etcétera.

Nos interpela constantemente sobre el papel de la comunidad internacional ante un drama de tamaña magnitud, que pareciera no tener fin. Hace que nos preguntemos por qué el ser humano vive dando la espalda no solo a Dios, sino a su prójimo, violentando así el segundo de los dos grandes mandamientos de Jesús, Yeshúa: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Es justamente en Etiopía donde se encuentra uno de los campamentos de refugiados más grandes del mundo. Nos “lee” a nosotros mismos en cuanto al grado de discriminación hacia otros en virtud de su color o religión y en cuanto a nuestra capacidad de misericordia ante la desgracia humana.

En este tiempo de Pesaj, en este tiempo de Pascua, proponemos Vete y vive, magnífica película, no solo para la emoción sino para la reflexión y una autocrítica en lo humano. Viviana Aubele

PELu00cdCULA, SER DIGNO DE SER /  VETE Y VIVE

Radu Mihaileanu en Wikipedia

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