HAND TO GOD, aparente inocencia

Original y divertido relato entre títeres y seres humanos

Hand to God – Actúan: Liam Forde, Susan Rome, Helen Coxe, Caitlin Collins, Ryan McBride, Matthew Russell, Tim Getman y Tim Barker – Escenografía: Daniel Conway – Iluminación: Keith Parham – Sonido: Matthew Nielsen – Vestuario y diseño de títeres: Chelsea M. Warren – Autor: Robert Askins – Dirección: Joanie Schulz

Para concluir Studio X, una serie de innovadores proyectos por fuera de la programación regular, Studio Theatre ha recuperado del off de Broadway la obra Hand to God de Robert Askins. Para ello, han convertido la sala en un auténtico sótano de una iglesia protestante del estado de Texas. Con materiales como telas, lana, ojos plásticos y marcadores dispuestos sobre mesas comunitarias, uno es invitado a armar títeres y por qué no, a conocer a otros espectadores para compartir el espectáculo.

Si no es usual decidir ir al teatro y sentir que uno terminó acudiendo a una iglesia, menos aun tal vez sea el hecho de que la obra comienza con un títere profesando sobre los orígenes del cosmos -cuando sólo había luz y oscuridad– y terminará teniendo un desenfrenado episodio de sexo, prácticamente inaugurando un nuevo género: la pornografía de puppets. La puesta de David Muse y Meridith Burkus (director artístico y ejecutivo, respectivamente) conjuga un histriónico elenco que se desenvuelve con desenfado y una constante persecución por lo inusitado, generando una pieza arriesgada y visceral, aun en su sentido más literal.

Se destacan las actuaciones de Susan Rome en el papel de Margery, una aparente recatada catequista que enviudó hace poco y Matthew Rusell, como un contestatario adolescente, preso de la explosión hormonal de su edad. Sin duda, quien más cautiva es Liam Forde, enfrentando la desafiante tarea de representar a Tyrone (su otro yo, en títere) y a Jason, hijo de Margery, dos personajes que interactúan entre sí y luchan por su autonomía e independencia. Entre sus enredados diálogos, con diferenciados registros vocales, llegan a desatarse conversaciones con bruscos cambios de matiz que enfatizan las personalidades, rozando un cuadro de esquizofrenia que no deja de presentarse tan hilarante como aterrador.

Destacado por su hiperrealismo –hay un buffet para comprar comida durante el intervalo o se pueden ver complejas composiciones escenográficas como el interior de un auto-, la escenografía de Daniel Conway se vuelve por momentos cinematográfica y apela a inesperados recursos para marcar la tensa dualidad que atraviesa a esta obra. Siempre están presentes los (¿irreconciliables?) binomios angelical y demoníaco, el recato y el desacato, la moralidad y el placer. En otras palabras, una dicotomía que divide a culturas, sociedades y personas, incluso escindiendo a una persona misma desde el comienzo del universo, cuando solo había luz y oscuridad. Martín Quiroga Barrera Oro

Se dio hasta 18 sept. 2016
Studio Theatre
1501 14th St NW
Washington DC, USA
studiotheatre.org

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