THE HALLOWEEN TREE, cita con la muerte

La novela de Ray Bradbury sobre una festividad que de feliz tiene muy poco

A fines de los años sesenta, Ray Bradbury concibió un guión para una producción animada que haría con Chuck Jones; la producción no llegó a concretarse. Pero Bradbury echó mano de la idea para crear una novela, The Halloween Tree (El árbol de las brujas), que sí vio la luz en 1972. La novela narra un viaje fantástico en el tiempo durante la noche de Halloween, en el que ocho niños son guiados por un misterioso personaje cuyo nombre preanuncia algo que los niños van a experimentar: Carapace (caparazón) Clavicle (clavícula) Moundshroud (mound significa túmulo, y shroud, mortaja). La misión: rescatar de las garras de la muerte a un noveno niño, Joe Pipkin, alma mater de todos los Halloween de la pandilla.

Los ocho niños, disfrazados a la usanza de una noche de brujas en un pueblo del Midwest estadounidense, deben seguir al desdichado Pipkin a dondequiera que este es llevado: de las pirámides y sarcófagos del Antiguo Egipto a los cultos funerarios de la Grecia y Roma de la antigüedad. De ahí, a las tierras celtas para implorar clemencia al temible Samhain; luego, a París y las gárgolas de Notre Dame, pasando por los aquelarres medievales europeos. El espeluznante viaje concluye en el Día de los Muertos en México y con la contrapartida azteca del dulce-o-truco: las calaveras de azúcar. Finalmente, el siniestro Mr. Moundshroud, sosías de San La Muerte, les hace a los niños una extraña propuesta: para salvar a Pipkin, deberá cada uno sacrificar un año de su vida y por ende morir 365 días antes de lo que realmente está escrito para ellos.

Ray Bradbury era un maestro en el género ciencia ficción. En el caso de The Halloween Tree, la acción se ubica, al menos en gran parte de la novela, en el pasado (recordemos que la ciencia ficción es un género especulativo y que puede situarse no solo en el futuro sino en cualquier otro momento). En el original en inglés, Bradbury maneja magistralmente lo sensorial con una cuidada selección de palabras y sencillez gramatical: imposible no sentir, por ejemplo, la guadaña de Samhain rozando la espina dorsal de los niños, o la sensación de ahogo en las sepulturas egipcias. Su prosa es sencilla pero abundante en términos; con brevedad de lenguaje y sin frases intrincadas evoca mucho más de lo que está impreso en el papel. Años después de la publicación de The Halloween Tree, en 1993, Ray Bradbury fue el narrador de la versión televisiva de Hanna-Barbera, con Leonard Nimoy dando su voz al esquelético Mr Moundshroud. La película suele verse en Cartoon Network en la temporada de Halloween, durante el mes de octubre.

Si hay algo que caracteriza a la raza humana desde Adán hasta hoy es esa particular capacidad de sincretismo que ha plagado la vida espiritual de las personas; sincretismo que acaso deba su razón de ser a una continua aceptación de las concepciones de la vida y la muerte de las antiguas religiones del Cercano Oriente, o lo que algunos autores denominan las “religiones de misterio de Babilonia”. Lo que se ve en The Halloween Tree es una muestra de esta síntesis de creencias. Los ocho niños, que están disfrazados de calavera, momia, esqueleto, bruja y otras caracterizaciones, no tienen la menor idea de por qué cada noche del 31 de octubre en Estados Unidos se disfrazan y van casa por casa a pedir dulces.

Mr. Moundshroud los conduce en un despertar, en una pérdida de la inocencia y en presenciar en vivo y en directo la realidad de la muerte. En rigor de verdad, Halloween no es otra cosa que una síntesis del homenaje a la muerte a lo largo de los tiempos y las civilizaciones del mundo. Curiosamente, la celebración de Samhain (fin de la época de cosecha e inicio del invierno), que es una de las precursora de Halloween, coincide en momento del año con las fiestas de precepto de Fieles Difuntos y de Todos los Santos. La cultura popular y, en tiempos más modernos, Hollywood, hicieron el resto. Hace unos años, Pixar Animation Studios lanzó Coco, las peripecias de – oh, casualidad- un niño de doce años que viaja al mundo de los muertos, historia inspirada en la celebración mexicana del Día de los Muertos. Nunca un mejor oxímoron, entonces, que Happy Halloween!

El menjunje espiritual que Halloween representa perdura hasta nuestros días, queriendo hacerse carne como un injerto en nuestra moderna cultura argentina, e incluso permeando en las iglesias que manifiestan atenerse a lo que la Biblia enseña y que no deberían tener participación alguna en este asunto -ni a favor, ni en contra- como es la práctica en algunas iglesias evangélicas del “contra-Halloween”. Dicen que no existen las casualidades: el hecho de que Martín Lutero clavara sus 95 tesis en Wittenberg un 30 de octubre, hace más de 500 años, dispara en la mente de muchos la idea de que quizás la fecha no haya sido una coincidencia sino un designio o una advertencia de origen divino. Lutero, que aún siendo monje se percató de su miseria espiritual, reconoció la necesidad de volver a las fuentes y de salir de la oscuridad en la que innumerables tradiciones humanas mezcladas con lo religioso habían sumido a sus contemporáneos. Viviana Aubele

The Halloween Tree
(El arbol de las brujas)
Ray Bradbury
Planeta
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