Muchas veces uno se dispone a escuchar a un artista internacional con la expectativa que han despertado la audición de sus registros discográficos o bien los comentarios que anteceden a su visita. No fue este el caso del joven pianista moscovita Philipp Kopachevsky, de quien ninguna referencia teníamos hasta el momento en que salió al escenario junto a la Sinfónica Rusa para arremeter con el difícil Concierto Nº 2 de Sergei Rachmaninov, una obra de extremadas exigencias para el solista, que en este caso fueron sorteadas con sorprendente destreza. Pero Kopachevsky no se destacó únicamente por su inusual virtuosismo, del cual ciertamente hizo gala. En más de una ocasión hemos podido escuchar a instrumentistas virtuosos que carecen de otros méritos. Y en este caso lo que también nos asombró fue su notable capacidad expresiva, sin la cual esta obra hubiese carecido de sustento.
Por supuesto, para concretar la interpretación superlativa del concierto que tuvimos ocasión de disfrutar hizo falta además otro protagonista: la magnífica Orquesta Sinfónica Estatal de Rusia, dirigida por el noruego Terje Mikkelsen. En alguna ocasión hemos señalado que hay veces en que solamente cierto esnobismo justifica traer hasta el país orquestas extranjeras cuyo nivel no difiere en demasía del de algunas orquestas locales. Pues bien, en este caso quedó bien clara cuál es la diferencia que definitivamente sí hace que valga la pena pagar una entrada para disfrutar de una agrupación sinfónica proveniente de otras geografías. Pocas veces hemos tenido ocasión de escuchar una orquesta de la potencia y la precisión de esta Sinfónica Estatal Rusa, que desde hace un tiempo lleva el nombre de quien fue uno de sus principales directores: Evgeny Svetlanov.
Después del concierto de Rachmaninov, que fue coronado por una tan explosiva como merecida ovación por parte del público, el solista ofreció como bis una de las Danzas Húngaras de Brahms. Luego del intervalo, la orquesta volvió a mostrar toda su capacidad musical con la maravillosa Sinfonía Nº 5 de Piotr Illych Tchaikovsky. Anteriormente, en el inicio, el programa había sido abierto con la Suite Nº 1 Peer Gynt de Edvard Grieg, que comenzó de manera algo contenida (hemos escuchado versiones más decididas de La mañana) pero evolucionó más tarde hacia un calculado y explosivo final: En la gruta del rey de la montaña fue toda una demostración de la capacidad de la orquesta y de su director. Al final del concierto se ofreció como bis una rápida versión de la Obertura de Ruslán y Ludmila de Mihail Glinka, en lo que prácticamente pudo leerse como una muestra de alarde sinfónico.
Este concierto de la Orquesta Sinfónica Rusa, junto a Philipp Kopachevsky marca el rumbo deseable para el ciclo de Nuova Harmonia, que nos tiene en general acostumbrados a presentaciones de muy buen nivel. Germán A. Serain
Fue el 23 de abril de 2018
Teatro Coliseo
Marcelo T. de Alvear 1125 – Cap.
(011) 4816-3789
Nuova Harmonia
Philipp Kopachevsky en Teatro Mariinsky
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