Nacido hace 41 años en Noruega, Ola Gjeilo despuntó desde prematura edad su delicado talento musical. A los cinco años de edad ya componía, y a los siete había aprendido a leer música. Después de cursar en su país sus primeros estudios musicales, pegó el salto cuántico desde Escandinavia a Nueva York para una breve estadía en la prestigiosa Juilliard School; pasó luego por la Royal Academy of Music de Londres, y en 2004 regresó a Juilliard para cursar su maestría, que logró dos años más tarde.
Si hubiese alguna frase para definir a su último álbum, podría ser que sus composiciones transmiten una tranquilidad que eleva y a la vez sosiega. Night es un compendio de exquisitas melodías, inspiradas, según el propio Gjeilo, en el crepúsculo de New York, su ciudad de adopción, donde dedica sus días a la composición free-lance.
Firefly abre el álbum e ilumina el camino a temas cuyos títulos remiten a lo nocturno (Sleepless, Nocturnal y Night Rain) y al amanecer (Before Dawn). También, como reminiscencia de su origen polar, justamente incluye Polar.
Pese a vivir en una ciudad tan bulliciosa y ajetreada como New York, Gjeilo logra imprimir en su música una quieta calma que invita al rélax y a la introspección, y es capaz de evocar la vasta frialdad de esas tierras nórdicas que lo vieron nacer. Compositor proveniente de un hogar musicalmente ecléctico, en donde se escuchaba jazz, clásicos, pop y folk, Gjeilo ha nutrido su acervo musical a partir de leyendas como Keith Jarret, Pat Metheny y Thomas Newman.
Ola Gjeilo es un finísimo pianista que también ha incursionado en la música coral, como las magníficas Serenity (O Magnum Mysterium), Ubi Caritas y Northern Lights. Su música vale la pena ser escuchada, es digna de ser saboreada y merece ser elogiada. Es un bálsamo para el alma y un renuevo en medio de tanta tempestad que nos toca vivir en estos tiempos. Viviana Aubele
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