Objetos – Intérpretes: Mar Codazzi, Emiliano Formia, Ramiro Soñez, Victoria Viberti – Músicos: Carto Brandán y Marco Sanguinetti – Vestuario: Lucía Galdós – Iluminación: Adrián Cintioli – Música: Marco Sanguinetti – Dirección: Inés Armas y Fagner Pavan
Por momentos juegan, en otros se golpean, mas tarde se aman y también se arman, luego se desarman. Como los objetos del título, los bailarines de esta atractiva presentación se mueven como tales y para tales. Al ritmo de la música creada por Marco Sanguinetti, con enérgicas reminiscencias de Radiohead o sutiles sonidos y notas inarmónicas, un pianista y un baterista crean en vivo el clima que será dibujado coreográficamente. El primero utilizará las teclas de su instrumento pero también blandirá bordonas, el segundo agitará parches pero también bordeará los metálicos contornos del redoblante o los platillos.
Mar Codazzi, Emiliano Formia (Va), Ramiro Soñez y Victoria Viberti trabajan estupendamente dirigidos por Inés Armas y Fagner Pavan. Ya sea grupalmente o en números individuales, dúos o tríos, remedan muñecos o marionetas, con aparente libertad e increíble precisión, como en el juego final donde un silbato marcará los tantos, como si de tiempos deportivos o boxísticos rounds se tratara, parafraseando a la vida misma. Las extremidades del dúctil Soñez cobran vida independientes de su cuerpo, sus pies se mueven como si fueran manos, sus manos se mueven como si fueran cuerpos, su cuerpo se mueve como si le faltaran sus extremidades. Es muy impresionante lo que se puede expresar cuando no hay límites para la creativa imaginación.
En tanto, el impetuoso y elocuente Formia logra tener de maravilloso partenaire a un trípode que, en sus manos, cobra vida y se expresa. El intérprete –con notable dominio del rap– baila con el, le habla, lo increpa y hasta lo toma del cogote. Otros objetos cobran vida y son elementos lúdicos que se integran a la trabajosa performance. Hasta un grueso trapo de piso, que cae sorpresivamente, será protagonista. Ellas los siguen, copian sus movimientos, o intentan frenarlos violenta o apaciblemente, generan inventiva, sorprenden siempre. Sus cuerpos devienen objetos animados. Y los inanimados cobran vida en la mente de quien se ha dejado llevar, libre, por los meandros de la sensibilidad. Así será hasta el final, cuando el exhausto cuarteto se presente junto a otros objetos que no se vieron, pero han estado en la intención, en la imaginación, en el devenir de la expresión, en la magia. Martin Wullich
Se dió hasta mayo 2010
El portón de Sánchez
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